Revista Educación

Repugnante y homófobo morbo

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Repugnante y homófobo morbo

Martes a primera hora de la tarde. Bajo eso que solemos denominar un sol de justicia, me encuentro en las inmediaciones del periódico El Día a un veterano amigo y compañero de la casa al que hacía años que no veía. Nos contamos nuestras vidas y me comenta sobre mi columna quincenal. "Estoy incumpliendo conscientemente", le digo, para luego añadir que "no sé si tal y como está la cosa es conveniente opinar". Rápidamente, con la sabiduría que le caracteriza, me responde: "Es que en estos tiempos tal vez lo que hace falta es tener opinión".

Y recuerdo sus palabras cuando me siento a escribir estas líneas, animado por su ejemplo, porque es necesario opinar sobre la deriva de cierto periodismo, de aquella que fue mi profesión durante casi veinte años. Los medios de comunicación que alimentan a la más morbosa y cuñada de las Españas ya han encontrado gasolina para este verano con el macabro crimen perpetrado por el chef Daniel Sancho, un absoluto desconocido hasta hace pocos días, cuando se conoció que había asesinado y descuartizado a otro individuo con el que había viajado a Tailandia. No nos engañemos: Un señor casi anónimo al que un sector muy minoritario conocía por sus redes sociales y por, acabáramos, ser hijo y nieto de actores.

Da igual lo bajo que hayamos caído en anteriores episodios de carroña televisada, siempre se puede un poco más. Es lo que pienso al ver cómo en un programa se dedican a analizar con cartelones el desmembramiento del cuerpo de la víctima: La pelvis con los genitales fue arrojada a un basurero separada de las piernas, mientras la cabeza fue a parar al mar. Los genitales... Claro, detrás del espectáculo que ya conocemos hay un componente homófobo. Poco menos que el escándalo se engrandece cuando en las tertulias se suelta, como sin ponerle atención, que entre los dos hombres (colombiano y español, la segregación racial siempre presente) había un truculento amorío homosexual. ¿Tolerancia? ¿Orgullo LGTBIQ+? ¿Derechos? Todo pasa a un segundo plano cuando se trata de basurear bien a gusto en horario de máxima audiencia.

"A mí me gustaría estar con la familia, con el dolor que han sufrido", afirma un psiquiatra forense en videollamada desde Estados Unidos, el mismo que se dedicó a alimentar las teorías de la conspiración en la época de la pandemia y que también habla de avistamientos de ovnis, hoy reconvertido en experto en cárceles internacionales y comentarista de sucesos, que se suma al festín. Necromaniaco, acaba de decir. Él es el perfecto ejemplo de los todólogos que ya conocen al dedillo el derecho penitenciario tailandés. Un charlatán, vaya.

Repugnante y homófobo morbo

La práctica totalidad de las webs de los medios incorporan secciones con un "Daniel Sancho en directo: comunicados, reacciones y últimas noticias del asesinato de Edwin Arrieta", y ya está contenta la España más negra, supongo. Tenemos cadáver y semanas de ponzoña por delante. La misma indecencia que vivimos con el niño Gabriel, Anna y Olivia, Diana Quer, Blanca Fernández Ochoa, Rocío Wanninkhof... Cogemos un tema escabroso, lo despedazamos a dentelladas, lo rebajamos a casquería y se lo servimos a la feliz audiencia, que igualmente se atiborra con un extra a través de redes sociales. Entre tantas faltas de rigor y ética profesional, de los derechos fundamentales ya ni hablamos. Los de las familias, los del fallecido y el acusado... Nuestro derecho como espectadores a una información veraz y contrastada.

Siempre me acuerdo de quienes nombran el caso de las chicas de Alcasser como ejemplo de mal periodismo, cuando aquello fue una minucia si lo comparamos con la actual canonización del morbo. Sí, el morbo y el chismorreo, que todavía hoy siguen siendo la razón de ser de muchos, de casi todos. Necesitamos urgentemente una reflexión y volver al básico formar-informar-entretener de los medios de comunicación de antaño. Como decía mi amigo, en estos tiempos hace falta tener opinión. Y hasta información.


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