Revista Cultura y Ocio

Resolviendo

Por Jcbarona


Ha nacido uno tan tarde respecto de la aparición de la propia Humanidad que se lo encuentra todo hecho, como el lenguaje sin ir más lejos. Están los diccionarios prácticamente cerrados, que para lo único que parecen abrirse es para aceptar palabras horribles y modismos que destruyen el vocabulario que uno veneró toda su vida, del tipo: «amigovio», «interné», «coach», etc…

Y el caso es que palabras se necesitan, por lo menos en una lengua como la nuestra en la que es tan frecuente la polisemia, que es cuando un término admite o contiene diferentes significados, algunos bastante alejados entre sí. A qué obedecerá semejante pluriempleo: ¿a la economía del lenguaje, a las limitaciones de nuestra memoria, a cuestiones poéticas…? da un poco igual, es así y ya está.

Si no hubiese palabras como la que a continuación enunciaré tampoco habría discusiones enjundiosas, ni reflexiones como ésta que algún interés tendrán, para mí por descontado, pero para alguno de vosotros seguro que también.

Resolviendo

RESOLUCIÓN
no me parece un término que se use demasiado, pero últimamente más para referirnos a la que tienen las pantallas. «Caballero, llévese este aparato último modelo que tiene una resolución de 4000 pixeles por pulgada». Tarda uno en hacerse con las diferencias entre unas y otras, pues le ponen nombre del tipo HD, Full HD, 4k…» que no hay quien se aclare.

Luego te pones a ver la televisión, por ejemplo, y vuelves a confundirte con las calidades en la emisión de contenidos, tan dispares entre sí, conviviendo entre canales y plataformas multimedia, que dices: «qué bien se ve esto, pero que mal esto otro», que te dan ganas de mover la antena, como hacíamos antaño, por ver si aquello mejora…


La resolución en tanto que calidad de imagen puede ser la que sea. Pero dejad que me refiera ahora metafóricamente a la resolución de la vida en general; la realidad mostrándose a nosotros en toda su extensión y crudeza, con todos los detalles. Que si nuestra resolución —y aquí viene la otra acepción: como el ánimo para efectuar una determinada cosa, o la decisión firme de hacer algo— en el sentido de mirar a aquella con los cinco sentidos no coincide, se producirá una desazón, un vacío, una desaprensión vital desasosegante.

La vida pasará, pero por encima de nosotros, revolcándonos sin saber por qué; o empujándonos, o rozándonos, o alejada de nuestra atención, de nuestra mirada, de nuestra disposición y la consiguiente imposibilidad de entender lo que ocurre.

Me pregunto ahora si la vida emite siempre en el mismo canal y con la misma fuerza, quiero pensar que sí. Intuyo que la resolución de la Vida es la misma siempre. Pero mi percepción es la contraria, pues nuestra resolución, en términos de enfoque y comprensión con todos nuestros recursos, esa es la que va cambiando a lo largo del tiempo, y no siempre a mejor, como pasa con la tecnología.

Lo dejo caer, amigo mío. Mira qué buen rato nos ha hecho pasar el fondo de armario de esta palabra. Pues así con todo. No te lo vayas perder.

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