Revista Maternidad

Se fea y se tuya por siempre

Por Violetaosorior

¿Soy linda mamá? La pregunta me erizó, me puso completamente alerta, un nudo apretado apareció en mi estómago y ese sabor amargo tan conocido subió por mi garganta. Ante mi silencio, tomó la delantera y dijo: claro que soy linda… y yo, no se que es peor, si la pregunta o la aparente certeza.

Se fea y se tuya por siempre

Ph: "Portraits behind the Canvas"
Luca Pierro

Desde ese día la miro jugar frente al espejo mientras baila, ríe, hace caras, se descubre. Quisiera detener el tiempo para siempre, en este instante en el que el espejo es solo un objeto de juego y risas, detenerlo ahora que todavía se mira con sus ojos a través de él, ahora que todavía su cuerpo es valioso para ella porque gracias a él hace lo que ama, puede expresarse y sentir placer. Quiero detenerlo antes de que empiece a mirarse con los ojos de la misoginia encarnada. Esa mirada que ya empecé a ver cómo se cuela en los ojos de su hermana, como poco a poco la acecha y empieza a asfixiarla y yo me quedo sin tiempo ni herramientas para detener la debacle. ¿Cómo evitar que la socialización a la que son sistemáticamente expuestas las intoxique? ¿Cómo decirles que la belleza es una cárcel, una trampa que nos exige sacrificio y nos devuelve rotas? ¿Una herida abierta por dónde se nos va la vida a las mujeres? La belleza en esta sociedad patriarcal y misógina emula a una muñeca inflable, inerte y con agujeros expuestos y dispuestos.Desde que somos bebés, las mujeres somos sometidas a complejos mecanismos de control y dominación y nuestros cuerpos mansos se transforman en objetos del poder y deseo de otros. Y la belleza, que nunca es estética, siempre es política, es uno de los mecanismos de depredación sobre nosotras que más profundo se entierra y con cada "ritual de (tortura) belleza", cada restricción, cada dieta, cada segundo de nuestro día dedicada a ella, cada milímetro de energía y recurso puesta en alcanzarla nos roban la dignidad, el bienestar, el placer y la vida.Ser linda es domar y mutilar nuestros cuerpos, al precio que sea (dietas, operaciones, intervenciones agresivas y sobre todo odio constante y encarnizado hacia ti misma y tu cuerpo) para alcanzar estereotipos a los que nunca, sin importar lo que hagamos vamos a llegar, porque belleza es todo menos lo que somos en realidad. No hay un lugar al que llegar y de hecho no se trata de eso, sino del camino de sumisión, control y daño al que se nos expone, no nos quieren bellas, nos quieren esclavas.La belleza es ese discurso social a través del cual se nos enseña a las mujeres lo poco que valemos y se hace carne el desprecio y desvalorización por nuestro bienestar, nuestra dignidad y nuetsro placer. La belleza nos dice insistentemente que no estamos a la altura, que no merecemos, que somos descartables y sustituibles. Ser linda es darle todo el poder a otros y quedarte sin nada, aprender a mirarte con recelo y desconfianza. Ser linda es aprender a odiarte.Los rituales de (tortura) belleza, las largas horas frente al espejo mirándonos con odio, los consejos que nos pasamos unas a otras para que el sacrificio sea más tolerable, para que el proceso de dañarnos para ser hermosas, desaparecer para ser deseables sea un tortura que pase desapercibida son un signo inequívoco de nuestra opresión. La belleza es un arma cargada que aprendemos a disparar sobre nosotras mismas. Y yo la miro jugar frente al espejo y sé que irremediablemente algún día ahí librará una batalla campal descarnada, mientras la sociedad que la entrenó para odiarse la desprecia aún más exigiendole que se ame. Y quisiera poder mirarla a los ojos y decirle: se fea hija y gracias a eso se siempre tuya.

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