Revista Educación

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Sí

Me llevó años de trabajo entender el significado de la palabra asertividad, la importancia de expresar mis propios sentimientos de manera adecuada. Callar las opiniones por el pánico a las consecuencias que despertarán en los demás es una manera aparentemente sencilla de esquivar conflictos y evitar el rechazo. Pero el verdadero daño lo produce la represión.

Para mí siempre ha sido mucho más sencillo dar rienda suelta a mis afectos que a mis rechazos. Me cuesta comunicar lo que me preocupa o me molesta y tiendo a dejar que los demás lo adivinen.

Nadie nos conoce mejor que nosotros mismos. Si no sabemos realmente lo que queremos y no tenemos claro un orden de prioridades a partir de nuestros propios valores, es muy difícil que podamos expresar con claridad nuestros sentimientos.

Solo por eso ya resulta muy útil aprender a decir que no para que las personas que nos rodean sepan qué nos pueden pedir o qué pueden esperar de nosotros. Cuando entregamos nuestra negativa a alguien, estamos contando realmente cómo nos sentimos, ejerciendo nuestro derecho a poner por delante aquello que necesitamos frente a lo que se nos demanda.

Pero es una empresa altamente compleja. Cuesta dejar de dar un sí cuando literalmente nos está quemando en los labios el no, movidos por el miedo a que nos rechacen e incapaces de entender lo mucho que ganamos cuando defendemos nuestra elección.

Anteponer las prioridades ajenas a las nuestras puede ser la mayor exhibición de empatía, un acto de total generosidad, pero si se convierte en una costumbre nos termina metiendo en una espiral de mentiras, en un quedar bien con los demás que solo va en nuestra contra. Nos anticipamos a la jugada y cambiamos el paso creyendo que el otro va a enfadarse terriblemente, va a pensar que somos el Yeti en persona, o a creer que estamos haciendo dejación de una responsabilidad que, muchas veces, nadie nos ha impuesto.

Es imposible vivir eternamente sin contar al mundo aquello que nos aterra, nos disgusta o nos da asco. Puede que sea la mejor manera de terminar enfermando. La sociedad nos dicta, de hecho, que hay ciertas emociones que tenemos que reprimir, como la rabia, la ansiedad o los celos, todas aquellas manifestaciones del carácter a las que se ha dado un cariz negativo.

Es posible el punto adecuado vaya más allá de reprimir esas sensaciones; más bien es cuestión de aprender a controlarlas, a gestionarlas. Y, después, a expresarlas.

Sin embargo, pienso que es difícil que algo merezca un rotundo no como respuesta. Siempre hay una alternativa que se puede proponer, un cambio que nos haga sentir más cómodos, o sencillamente comprender que el momento tampoco era el propicio para algo que otro día sí nos podrá apetecer.

La asertividad pasa por superar el miedo del no. Pero también reprimimos el sí.

La mayor manifestación de libertad es, a mi entender, saber regalar un sí. Es sentirte plenamente realizado por expresar gratitud, felicidad, afecto, amor.

Cuando realmente quieres a quienes te rodean, cuéntalo. Si valoras a las personas con las que trabajas, hazlo saber, comunica lo orgulloso y motivado que te sientes al estar a su lado. Pasarás largas horas de tu vida en esa situación, y cuanto más apacible y cordial sea para todos, mucho mejor.

Que se note lo mucho que aprecias a tus amigos. Dedícales tu tiempo. Llámalos y comparte con ellos esos sentimientos que son comunes. Interésate de corazón por su familia y sus necesidades, y ponte a su disposición para que la rutina y la falta de tiempo no te distancien de ellos.

Si te sientes agradecido hacia tus padres y hermanos, dilo. Ten en cuenta su opinión, no les hagas sufrir innecesariamente, demuéstrales con frecuencia el mismo amor que ellos han sembrado en ti. Diles sin miedo cuánto les quieres.

Y si amas a alguien, dilo una y mil veces. Hay un lugar para el cariño, para los besos y los abrazos, lo mismo que para sonreír y tomar de la mano, para expresar lo orgulloso y feliz que eres al compartir momentos junto a esa persona que da sentido a todo. Es disfrutar de la inigualable sensación de regalar amor.

Expresar los sentimientos es la manera más hermosa de ser libre.


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