Revista Psicología

Sobre un acto (no tan) fallido

Por Yanquiel Barrios @her_barrios
Sobre un acto (no tan) fallido

Freud escribe en el año 1935 un pequeño texto titulado: "La sutileza de un acto fallido", y ya había desplegado algo de él en "Psicopatología de la vida cotidiana". Evidentemente el tema del acto fallido es seguido muy de cerca a lo largo de sus años de teorización de la práctica del psicoanálisis.

Presenta en ese gran texto que es Psicopatología ..., detalladamente, innumerables situaciones o actos que parecen ser simples pero con cierto valor agregado: lo velado. Nos avisa que hay algo que excede al acto en sí mismo. Y 34 años después lo hace con el trastocar propio de su escritura para un regalo. Donde él no quiere, se evidencia al interpretarlo con la ayuda de su hija, hacer ese obsequio. Al inicio, se contenta con la primera aclaración, luego vino una posterior y más acertada. Freud entiende que no quiere regalar eso. Su equivocación le avisa del acto y un más allá.

Esta breve reseña freudiana nos sirve para meternos en el tema de los actos fallidos. Que evidencian otra motivación, que marcan que hay cuestiones anímicas en juego allí. Freud presenta en su texto Sutileza... al acto fallido como el "intento de un error". Y esto es fundamental. Porque es ahí donde radica lo importante de todo acto: en su sutileza. Ese acto, intentando ser erróneo, evidencia que hay un sujeto que dice algo. Es un acto que devela una existencia. Un acto que acerca una verdad, posiblemente, íntima. Un acto que remite al encuentro del sujeto con algo que lo concierne.

Entonces, es el acto fallido, el intento de un error, pero no es erróneo. Lo digo de otra forma: el acto fallido no falla sino que hace hablar al sujeto. Lo toca.

Si seguimos a Freud, decimos que los actos son del Yo, pero las sutilezas son del inconsciente. En otras palabras: hablamos desde el Yo, decimos desde el inconsciente.

El acto fallido es una señal del inconsciente. La señal de un sujeto. El trabajo del analista es poder leer y acompañar esas sutilezas. Así me lo hace saber una vez una analizante que al llegar a la puerta del consultorio, antes de ingresar, dice que se dejó su casco de la moto en el cajero automático del banco. Era una paciente que intentaba no equivocarse nunca, pero sabemos que es imposible. A veces es cuestión de tiempo. Ese acto marca un antes y un después en su análisis ya que trae dos temas importantes: el dinero y un ancestral enojo con su madre, cuestiones que antes no mencionaba. O como en otra ocasión, un paciente al ingresar al consultorio me llama por otro nombre que no es el mío (¡Viva la transferencia dije por dentro!); hay en ese fallido una verdad dolorosa que se oculta hace tiempo. O la madre de una paciente adolescente que dice que está divorciada, mientras que el padre ahí presente también en la reunión, la espeta diciendo que estaban separados, que él no estaba enterado del divorcio. Cosa que ocurre meses después.

Lo que intento acercar, en este primer texto, es que un acto fallido no es tal. O lo es para una instancia del psiquismo y no para otra (Yo y Ello, respectivamente). Lo decimos de nuevo: El acto fallido es la inscripción de un sujeto ahí. Marca las coordenadas que nos permiten leer que el inconsciente aparece en los detalles. El fallido nos habla de lo oculto. Un acto fallido siempre nos dice de lo actual (no necesariamente del tiempo presente) de un analizante. Nos trae aquello que de alguna manera insiste en aparecer. El acto fallido. El fallo de un acto que revela.

Quizás las condiciones para que el acto inconsciente exista, son su deformación, su carácter de fallido, su disfraz. En ese sentido podemos entender que el inconsciente tiene una relación privilegiada con lo velado, si hablamos de neurosis. Es lo oculto de uno de sus nombres.

El acto fallido es un acto de escritura. Uno de los esbozos del sujeto en análisis. Nuestro trabajo es alojarlo.

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