Revista Educación

Striptease integral

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Striptease integral

Soy incapaz de comprender los motivos que nos llevaron a ser inmunes a la ordinariez, la falta de respeto y la incultura. Hoy no se valora el civismo y la convivencia.

Ignoro qué pasa por la cabeza de una persona que no cede el paso en el supermercado, no entiendo por qué tenemos que aguantar a vecinos gritones que se ponen a vociferar como si estuvieran pastoreando en el patio común, o por qué tenemos que tragarnos día y noche a machangos con la música a todo meter en el coche en plena calle.

Mis vecinas de enfrente, próximas a los dieciocho años y cercanas por tanto a cuestiones tan importantes como votar u optar a un empleo, a estudiar un grado en la Universidad, berrean a todo pulmón una canción de Pastora Soler y luego se arrancan por Bustamante. Nadie en esa casa les llama la atención ante la evidente molestia que suponen al vecindario. ¿Ustedes no ven que están perturbando el derecho del prójimo a descansar?

Y si dices algo eres el antipático y el antisocial. Te insultan. Es casi mejor no decir nada, no sea que ellas, o vete a saber quién, te rajen las ruedas del coche o te raje a ti.

Me gustaría saber en qué momento esta sociedad abandonó el sendero del buen gusto y los modales, perdió el sentido común y mutó en el ordinario sembrado de cavernícolas en que se ha convertido. Verdad es que el ser humano más que evolucionar va hacia atrás, qué tristeza tan grande.

Percibo que carezco de la capacidad para soportar determinadas cosas, no porque me considere más que nadie, sino porque sencillamente ya mi vida ha llegado a una estación en la que no quiero perder el tiempo con aquello que me hiere. Porque he venido a este mundo a ser feliz, no a tolerar tanta falta de respeto.

Pero es que tampoco soporto a las personas que te halagan falsamente, a quienes critican por criticar, y a quienes se creen en el derecho a exigir precisamente aquello que no dan. Básicamente creo que no tengo interés en caer bien a personas que no me soportan, y me limito a ser educado y cortés porque así fui educado por mi familia y mis profesores. Personas manipuladoras y falsas sonrisas hace mucho que están fuera de mi vida. Afortunadamente.

De la misma manera que no me mezclo con esa elegida ordinariez, tantas veces disfrazada de campechanería, tampoco comparto mi tiempo con personas deshonestas o presuntuosas que sólo saben hablar de sí mismas, ni me junto con sobrados que se esfuerzan por hacer ver que están por encima de mí.

Me representan los jefes que tratan con educación a sus empleados, y los trabajadores que saben reconocer los méritos de sus compañeros, las personas que celebran el éxito ajeno mientras siguen trabajando lealmente para cosechar el éxito propio.

Mis amigos y mi familia, las personas a las que más quiero, son profundamente diferentes a mí. Me siento orgulloso de pedirles consejo continuamente y sé que van a enriquecerme con sus puntos de vista encontrados con el mío.

Los animales, el medio ambiente y la actividad física me apasionan, lo mismo que las artes y la buena gastronomía. Me pone la gente que cree en el descubrimiento de todo lo interesante que hay en el interlocutor, capaz de charlar plácidamente sobre religión, política y fútbol.

Porque nuestra sociedad es heterogénea y diversa, un planeta en el que hay ocho mil millones de almas distintas entre sí que están condenadas a convivir y entenderse, pero donde cada vez se convive peor, empecinados todos en que mis absolutos no es que sean mejores que los tuyos: Es que son infinitamente mejores y, encima, tú estás equivocado. Y te escupo en la cara.

Al final la verdadera revolución la tenemos que iniciar los normales, aquellos que estamos dispuestos a hacer un striptease integral de nuestras emociones. ¿Por qué no poner un poco de encanto, verdadera pasión, en nuestras vidas? El único secreto para ser felices es tomar cada instante como si fuera nuestra mejor oportunidad para dar todo a los demás, a nosotros mismos.

Ser feliz es una cuestión de actitud. Todo con pasión.


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