Revista Educación

¿Te acuerdas cuando éramos periodistas?

Por Siempreenmedio @Siempreblog

¿Te acuerdas cuando éramos periodistas?

Como bien se concreta en el sabio y variado refranero español que me gusta parafrasear: “el que nace lechón muere cochino”. Sirva esta aseveración para trasladarles la inquietud, la nostalgia, la ausencia, la amputación de una parte de mi mismo que creo que compartimos algunos.

Hace ya unos años yo era periodista, un trabajo, una labor, una profesión, un oficio… llámenlo como quieran, que disfrutaba y sufría al mismo tiempo. Una ocupación laboral, la de contar historias, mi visión de la realidad, los acontecimientos y traducirlos a palabras escritas en el universo finito de una página de periódico.

Hoy, pero no solamente hoy, lo echo de menos. Sin querer la toma de decisiones propias junto a otro tipo de situaciones, me empujaron a dejar de rellenar aquellas páginas de sucio papel manchado con tinta infame en forma de letras. Y busqué otros senderos comunicativos para sobrevivir, aprender y tratar de ser un mejor periodista, más completo, con más perspectiva… pero siempre con la ilusión de retornar a la maqueta rayada, a la página vacía que esperaba las noticias.

Sin embargo ahora percibo, con claridad, que aquellos tiempos no volverán. También que la diversión, la curiosidad, la tenacidad que rodeaba a muchos de los profesionales de los que tanto aprendí y tanto compartí se ha esfumado. Supongo que por el sumidero de la desilusión que ha supuesto comprobar, en primera línea, cómo nos han hurtado este trabajo a los periodistas; cómo se premia la docilidad; cómo se tergiversa con absoluto descaro; se niegan realidades que no interesan o, por ejemplo, se despide a legiones de buenos profesionales porque en su salario caben dos becarios obedientes.

No digo que el periodismo de antes fuera mejor, lo que si les garantizo, por encima incluso de tanto avance tecnológico que lejos de liberarnos nos atomiza, es que era más libre y quienes nos dedicábamos a esto (algunos siguen sobreviviendo) éramos más felices, sintiéndonos útiles cuando un simple lector se detenía en tu artículo y le ayudábamos a entender mejor qué pasaba y cómo funcionaba nuestro reducido e insular mundo.


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