Joder! Que estupidez, que manía esa de querer controlarlo todo, bien atadito que no escape nada, no valla a ser que se salga de madre mi vida y pierda el control.
Tendemos a ordenarlo todo, dejar poco espacio a la improvisación, así nos sentimos mas seguros, pero el precio que pagamos es alto, muy alto.
Encarcelamos nuestras emociones, secuestramos nuestros pensamientos y enmurallamos nuestras vidas, sometiéndolas a una rigidez extrema, dejando poco espacio para nuestra libertad, coartando la creatividad, y convirtiéndonos en esclavos de nosotros mismos.
¿Tan inmaduros somos? ¿Miedo quizá?
Cuesta romper ese protocolo en el que nos hemos sumergido conscientes de esos pensamientos, rara vez infringimos las normas para dar rienda suelta a nuestro yo, en contadas ocasiones nos dejamos llevar, esta mal visto, ¿qué dirán los demás?.
Erre que erre, una y otra vez miramos nuestras agendas, cuadramos cada espacio como si de un puzzle se tratara, ¡Ay como se nos pierda una ficha, estamos perdidos!
Normas para todo, leyes para tod@s… Así acotada nuestra libertad, nos sentimos mejor ¿No?
Salir de esta secta llamada “control” no es tarea sencilla, lo reconozco, mas en los tiempos en los que estamos. No tengo la varita mágica, solo mi experiencia en mi Camino de Vida, que me guía y que aquí comparto con vosotr@s.
No te dejes embaucar por estas palabras, elige lo que quieres, prueba, haz cambios, experimenta, a lo mejor te llevas una sorpresa.
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