Revista Cultura y Ocio

Un hombre al margen. Alexandre Postel

Por Mientrasleo @MientrasleoS

Un hombre al margen. Alexandre Postel
     "Pocas horas antes de que se le vinieran encima a su vida el espanto y la vergüenza, Damien North estaba llamando por teléfono a los servicios informáticos de la facultad, que era una situación en la que nunca se sentía a gusto. Ese apuro no procedía ni de las relaciones con tal o cual informático ni del desdén del que hacía profesión la mayoría de sus colegas en lo referido a la informática, sino de una impresión perturbadora: la impresión de hallarse cara a cara con los emisarios de una entidad inmaterial y omnipotente, en otras palabras, de unos ángeles de una variedad nueva, ni radiantes ni revoloteadores, sino, por el contrario, metidos, huraños y vestidos de negro de arriba abajo, en la madriguera de unos sótanos que olían a pizza fría y a cerrado, los ángeles de un Dios de fracaso y rechazo."
     Una primera novela siempre hay que leerla con más cuidado, conscientes de que estamos ante eso, una primera experiencia. Sin embargo, hay ocasiones en las que esta primera novela, cosecha un gran éxito y el premio Goncourt a la primera obra y el Landerneau; y entonces tendemos a olvidar que es un primer título y nos lanzamos a por él. Hoy hablaré de uno de esos casos, ya que hoy traigo a mi estantería virtual, Un hombre al margen.
     Conocemos a Damien Roth, un hombre viudo hace años que ha optado por continuar su vida en solitario. Es profesor universitario, tímido y con escasas dotes sociales, lo que hace que lleve una vida gris en la que nadie se fija demasiado. Sus problemas para adaptarse a la tecnología, o tal vez su falta de interés, hacen que tenga que llamar a mantenimiento, no consigue que su ordenador funcione correctamente. Y a partir de aquí se desencadena la historia: es acusado de poseer pornografía infantil y, aunque es inocente, su vida cambia radicalmente. Incluso tras ser inculpado parece que ya jamás va a poder recuperar su vida tal y como era.
     Postel nos regala en este libro una historia que da mucho en qué pensar al lector. Con un estilo directo y sencillo en el que opta por la distancia frente al dramatismo, tal vez para así marcar más distancia aún con los medios de comunicación que aparecen reflejados en la novela, consigue que el lector se sienta espectador privilegiado de esta historia. Me ha recordado en algunos momentos a Camus, tengo que reconocerlo, y tal vez por eso mi impresión sea incluso más positiva, pero en todo caso hay que reconocer que estamos ante una novela firmemente atada y que no duda en poner el dedo sobre la sociedad que nos rodea.
     La historia trata un tema complicado, como es la pornografía infantil, pero no es el tema central aunque sea el motivo, exactamente igual que no demoniza la informática ni tampoco internet, pese a que sea el desencadenante de toda la historia. Sin embargo, ahí están. Cuando nuestro protagonista es acusado, la sociedad rápidamente se gira ante un tema tan grave. Y, al igual que muchas veces sucede, es señalado con un dedo acusador y se siembra la duda incluso en su entorno más cercano. Cada rasgo de Damien, cada gesto de su vida, es ahora recordado bajo un prisma diferente, señalado. Y hay cosas que no se olvidan con tanta facilidad. Nuestro hombre no es de los que se indignan y dan voces proclamando las cosas, es tímido, apocado, y eso no juega en su favor. Cuando uno tiene el carácter de este hombre, la sociedad no perdona; sobre todo si los medios de comunicación se lanzan voraces en pos de la noticia creyendo haber encontrado el culpable perfecto. Y esta es la caída que vemos en la novela, una novela con un título magistral: Un hombre al margen. Porque puede que nuestro protagonista sea inocente de lo que se le acusa, pero no lo es de vivir al margen de la sociedad, como tampoco se libra de ser marginado por ella, teniendo así un doble juego de significados que me ha parecido espléndido. Ahora tendría que hablar de la recuperación, una vez reconocida su inocencia, sin embargo hay cosas que no son tan sencillas. Quizás uno ya no lleve una letra escarlata bordada en la ropa como en aquella famosa novela, pero hay marcas que permanecen como si se llevaran expuestas.
     Un hombre al margen me ha parecido una espléndida novela, una crítica feroz, una historia conmovedora incluso. Unos personajes sólidos y un ambiente verosímil hacen que nos planteemos si no es cierto eso que dicen de la sociedad de las apariencias y los juicios públicos. Y todo ello lo hace con una historia francamente entretenida para el lector, que necesita saber cómo acabará todo para este hombre que parece ir moviéndose empujado por la vida, como si fuera ésta la que tira de él y no al revés. Ya sabemos que es inocente, pero eso no es suficiente, la verdadera pregunta es si podrá levantarse y continuar con su vida, recuperarla, volver a empezar. Y lo realmente escalofriante es que, pese a que no sabemos dónde se desarrolla, el autor consigue meternos una idea en el cuerpo: algo así le puede pasar a cualquiera. A fin de cuentas, como decía mi abuela; la culpa está soltera porque nadie la quiere. Eso sí, cuando te la echan encima... es difícil sacudírsela. Sobre todo si es la sociedad quien nos hizo el regalo.
     Si tengo que decir la verdad, compré este libro por recomendación expresa de mi librera. Tres visitas y en las tres me lo señaló, así que me lo tuve que llevar a casa. Y, como viene siendo lo habitual, acertó, así que hoy soy yo quien lo recomienda.
     Y vosotros, ¿os dejáis guiar por recomendaciones?
     Gracias

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