Revista Educación

Un mar de palabras

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Un mar de palabras

Cuando una tinerfeña como la catedrática, lexicógrafa y filóloga Dolores Corbella, que ha desarrollado su brillante carrera en la Universidad de La Laguna, pronuncia su discurso de ingreso en la Real Academia Española, lo mejor que puede hacer un humilde ajuntapalabras de provincias es rendirle homenaje con la reproducción de algunos de los muchos y bellos pasajes que evocó en su intervención. Semejante logro sólo ha estado al alcance de seis canarios a lo largo de la historia de la Institución: Juan y Tomás de Iriarte, Antonio Porlier y Sopranis, Benito Pérez Galdós, Francisco Fernández de Bethencourt y Blas Cabrera Felipe, el último de ellos, que leyó su discurso en 1936.

La profesora Corbella se congratuló de la suerte de ocupar el sillón de la letra "d" minúscula, la inicial de "diccionario" y dedicó gran parte de su tiempo a la diversidad lingüística dentro de nuestro maravilloso idioma español, a ese necesario reconocimiento de la riqueza cultural y el respeto a la identidad de los millones de hispanohablantes que engrandecen una lengua en permanente evolución. Hasta el título de su alocución, dedicada al oficio de la lexicografía, es precioso y evocador de la defensa del español hablado en Canarias que abandera nuestra Universidad de La Laguna y con el que muchos nos sentimos plenamente comprometidos: "Un mar de palabras".

Como manda la tradición en la RAE, el discurso de Corbella comenzó con una rendición de honores al miembro predecesor de la silla que ella ocupará a partir de ahora. La académica tinerfeña nombró a Francisco Rodríguez Andrados, fallecido en 2020, como un pozo de ciencia. ¿Es imaginable forma más bonita de referirse a un filólogo? De él destacó su capacidad de conversación, su carácter e ironía, pero también la prodigiosa memoria, y aprovechó para enlazar con su propia disertación: "Las humanidades resultan imprescindibles en la formación del espíritu crítico del individuo y en su percepción del mundo". Una frase con la que no puedo estar más de acuerdo y que condensa los párrafos que escribí en este mismo blog hace una semana, hondamente preocupado por la falta de liderazgo de la sociedad y la renuncia que se ha instalado en nuestro entorno a formar nuevos líderes a través de la enseñanza. Como Rodríguez Andrados y la propia Corbella, para qué engañarnos, el iluso que hoy da forma a estas líneas también cree que el latín y el griego, como la filosofía y la historia, disciplinas tan denostadas por el siglo, deben ser parte de los programas de estudios en la enseñanza pública.

Así pues, permitan simplemente que sea vehículo para la difusión de las palabras de Dolores Corbella en tan señalado día. A ella y a su equipo debemos el "Tesoro lexicográfico del español de Canarias" y el "Diccionario ejemplificado de canarismos", obras que recopilan y analizan la historia y realidades de la diversidad del español que se utiliza en nuestra tierra. Poniendo humildemente en valor a las personas que han hecho posible tamaña empresa, entre quienes destacó al catedrático emérito de Lengua Española, Cristóbal Corrales, supo hablar en canario y afirmar que el trabajo de tantos lexicógrafos anónimos ha permitido conocer "más y mejor la historia de cada canarismo léxico y es posible aportar datos esclarecedores sobre la expansión atlántica, las relaciones canario-americanas e, incluso, la historia del léxico considerado panhispánico". Como también dijo, es una forma de situar en el mapa a muchos filólogos y también filólogas -entre las que resonó el nombre de nuestra recordada María Rosa Alonso y el de María Moliner, a quien la historia ha terminado proporcionando el espacio de honor que merece- que trabajaron "en la sombra", haciendo de "la historia de las palabras su profesión".

También remarcó la publicación en 2013 del "Diccionario Histórico del Español de Canarias", una obra singular en nuestro idioma que consta de más de dos mil páginas y es testimonio del mestizaje que defendemos con orgullo. Lo definió como "el diccionario más importante de una lengua, en el que se basan o deben basarse todos los demás [...] porque incluye todos los vocabularios parciales que podamos imaginar y constituye o debe constituir el fundamento de cualquier proyecto lexicográfico".

Y añado dos citas para la historia. La primera: "El diccionario puede convertirse en el libro más importante para el estudio de cualquier lengua simplemente porque es el compendio de todos los conocimientos, la historia y las costumbres de un pueblo. Los diccionarios son testimonios de una civilización y, como objetos culturales, constituyen un lugar privilegiado de referencia y un archivo de todos los saberes". Y la segunda: "Mi compromiso con la Real Academia Española me permitirá continuar con esta tarea de seguir descubriendo y valorando la riqueza de una lengua tan extensa que, con el paso del tiempo, ha demostrado que ni tan siquiera la inmensidad del mar constituye un obstáculo infranqueable para su unidad".

Hoy la Real Academia Española también habla con acento canario. En su discurso suave, ameno y entendible, como corresponde a una profesora universitaria, sonaron, y ya son parte inseparable del testimonio e historia de la Institución, palabras que son tan nuestras como callao, guarapo, o bufeo. Y se escuchó hablar de magua. La magua canaria, que no es la morriña ni es la saudade. Como dijo Juan Cruz, a quien también tuvo el acierto de nombrar, es "la constancia de algo que pudo haberse tenido que ya no se tendrá nunca; no es nostalgia, ni melancolía, es amargura; rabia de no tener".

Somos más que ese "cantito" que tanto gusta y, dicen, enamora, que es distinto en cada isla y hasta en cada barrio. Mucho más que una palabra mal dicha de la que reírse en una conversación con otros hispanohablantes que no son de las islas. Somos ese acento canario, hispanidad y puente entre culturas. Enlazamos España y Europa con África y nos extendemos hacia América. Como dijo Corbella: "Resulta difícil explicar que la frontera y la soledad que implica el océano no haya servido para ahondar en el aislamiento del archipiélago, sino que, por el contrario, las palabras han fluido de una manera natural entre una y otra orilla del Atlántico".

Muchas felicidades. Como la recibió en su discurso de contestación Pedro Álvarez de Miranda, "la Academia se siente hoy por tenerte tan afortunada como el tópico llama a tus islas. Querida Loli, bienvenida a esta casa".

Larga vida a nuestro idioma español. También al que se habla -y al que cuidamos- en Canarias.


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