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Un sombrero por Navidad

Por Clochard
Un sombrero por Navidad Estas Navidades lo tengo claro, no quiero que me regalen libros, ni películas, ni discos, y mucho menos calcetines o corbatas. Todo lo que quiero es un sombrero. Un sombrero no de esos ridículos que parecen estar de moda, ni vaquero ni de copa. Quiero un sombrero como el que llevaría Bogart o Hermann Hesse o alguno de nuestros abuelos. Un sombrero elegante y funcional que me proteja del frío y que diga a la gente que me mire que por allá va un caballero. Un sombrero que me quede bien calado para que no se me escapen las extrañas ideas que a cualquier hora me acechan y poder apresarlas más tarde en papel y tinta. Un sombrero como símbolo de que me equivoqué de época y de lugar, que pueda quitarme al ver pasar a una dama, para mostrar mi admiración ante algún artista y cuando entre en casa de un amigo.
Lo tengo decidido, llevaré mi sombrero allá dónde vaya, hasta que se convierta en otra extremidad de mi cuerpo o de mi espíritu. Un sombrero para mirar de soslayo y por debajo del ala las cosas que no me gustan, un sombrero con el que en ocasiones pueda ocultar mi rostro ante la iniquidad del mundo y la inquisición de mis pecados.
 Un sombrero para llevarlo ladeado con infinita arrogancia.
Un sombrero diseñado por algún Sombrerero loco.
 Un sombrero que sea el acto invisible de un poeta.
Un sombrero que poder lanzar al aire en los días de júbilo, en el que depositar las monedas que el Clochard pide por sus versos, en el que guardar poemas secretos y mapas del tesoro. Un sombrero para nunca olvidarlo sobre tu cama, un sombrero con el que caminar bajo la lluvia por las calles gastadas de ciudades jamás nombradas, un sombrero que recoger del suelo y desempolvar tras mis continuas caídas y eternas alzadas.

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