Revista Viajes

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Por Marbel

Después de mi larga estancia en Costa Rica, de la que os he hablado en numerosos posts durante un año, vino un merecido descanso en España antes de regresar a Gran Bretaña. En los meses que estuve en España no viajé demasiado, tan sólo hice algunas escapadas de fin de semana con familiares o amigos. Uno de estas escapadas me llevó hasta un precioso parque natural al que no iba desde pequeña: el Monasterio de Piedra. Fui allí acompañada de mi familia, y como venía mi sobrino de 3 años, buscamos un lugar donde viajar con niños pequeños. El Monasterio de Piedra nos pareció ideal, tanto por su cercanía a Madrid (a poco más de dos horas en coche) como por la espléndida naturaleza que ofrece. Además leímos que uno puede montar en unos antiguos carruajes tirados por burros, y a mi sobrino le encantan estos animales, bueno, y en general todos los equinos.

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Una de las cosas que recordaba de mi visita al Monasterio de Piedra cuando era pequeña, son sus numerosas cascadas, y como ya he dicho varias veces en mi blog, yo soy muy fan de las cascadas y allá donde viajo siempre intento visitar alguna. Así que para mí esta era otra de las razones para elegir este lugar en ese fin de semana de viaje en familia. Mis padres y hermana también estuvieron de acuerdo conmigo en que era el viaje ideal para nosotros. Desde luego que mis padres no están para hacer las exigentes rutas de montaña a las que yo estoy acostumbrada, pero los senderos de este parque natural son accesibles para personas de cualquier edad y condición física, así que también para ellos esta era una buena elección.

El Parque Natural del Monasterio de Piedra se encuentra en la provincia de Zaragoza, en concreto en el término municipal de Nuévalos, y enclavado en las sierras del Sistema Ibérico. La corriente del río Piedra ha modelado el paisaje formando lagos y cavernas que se pueden visitar siguiendo un sendero adecuadamente señalizado de unos 5 km. Lo interesante de estas cascadas es que debido a un fenómeno cárstico (disolución de las calizas), se dividen en chorreras y saltos de agua, lo que las convierte en un auténtico espectáculo de la naturaleza. Una de las primeras cascadas que nos encontramos al comenzar el recorrido, es la impresionante Cola de Caballo, la más alta de todas con 50 m de altura. También vimos otras, que aunque no eran tan altas, tampoco se quedaban cortas en belleza: Chorreadores, la Cascada Iris, el Baño de Diana, el Lago de Los Patos, La Cascada Trinidad, Cascada La Caprichosa, los Vadillos y las cascadas de Los Fresnos.

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

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La verdad que yo no podía parar de hacer fotos, y es que tanta cascada junta no se ve en cualquier sitio. Además de cascadas, otros lugares emblemáticos como la Peña del Diablo, la Gruta del Artista o la Gruta Iris, merecen mucho la pena de contemplar y fotografiar. Y no podía olvidarme de mencionar el Lago del Espejo, un paraje que parecía sacado de cuento de hadas, y donde aprovechamos para hacer un descanso y de paso disfrutar un largo rato de su encanto. La verdad que cuando se acercaba el final de la ruta yo no quería que acabara, quería quedarme más tiempo aquí, un paraíso como pocos en nuestro país.

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Como bióloga que soy, no podía dejar de dar un pequeño apunte sobre la riqueza biológica que alberga el parque. Gran diversidad de especies de flora y fauna se concentran en el cauce de agua, como los árboles de ribera. También quería mencionar que este lugar fue el primero en España en tener una piscifactoría, donde se criaban trucha común y cangrejo ibérico. A la entrada del parque se encuentra el Centro de Interpretación de la Fauna Piscícola, con numerosos paneles informativos sobre el mundo de la piscicultura.

Al terminar la ruta, nos encontramos con que la exhibición de aves rapaces estaba a punto de comenzar, otro de los atractivos turísticos del parque. Hay tres pases todos los días entre febrero y noviembre, así que para los amantes de estos magníficos animales, aconsejo venir en ese período del año. No sólo a mí me encantan las rapaces, a mi sobrino le fascinan también, sobre todo los búhos. Le tuvimos todo atento y sin pestañear observando el vuelo de las rapaces, como algunos otros niños que estaban allí. Y la verdad sea dicha, los adultos también estábamos igual, y es que, ¿a quién no le fascinan en mayor o en menor grado tan magníficos e imponentes animales?

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Y ya por último fuimos a visitar el monasterio, el que ha dado nombre al parque natural. Se trata de un monasterio cisterciense, del románico tardío, datado en el S. XIII, con forma de cruz y un ábside central poligonal. Hicimos una visita guiada donde nos dieron mucha e interesante información, además de contarnos varias anécdotas y curiosidades. Esta vez mi sobrino no estuvo tan atento, para un niño esta no es una actividad tan atractiva, así que mi hermana tuvo que salir con él fuera antes de que acabara la visita. A mí me pareció interesante y muy recomendable, y a mis padres también.

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Al salir del monasterio nos encontramos una boda, pero no era una boda cualquiera, era una boda medieval! Los novios iban vestidos como en la Edad Media y también algunos invitados. Al parecer este es uno de los pocos sitios donde se celebran bodas medievales en Zaragoza, y la verdad que me parece un lugar ideal entre el monasterio y el paraje natural, propio de cuento de hadas. Yo siempre he tenido la idea de que si alguna vez me casaba, quería una boda medieval o celta, así que lo tendré en cuenta, quién sabe si me venga aquí a casar un día. Aparte de bodas medievales, también se celebran bodas convencionales, con lo que hay para todos los gustos.

Visitando el Monasterio de Piedra en familia

Bueno aquí termina esta visita al Monasterio de Piedra, lugar al que os recomiendo mucho ir. Por algo será que el uno de los parques privados más visitados de toda Europa. De verdad que merece mucho la pena aunque haya que pagar entrada, seguro que si vais, volveréis a repetir. Yo ya estoy pensando cuando volver la próxima vez!


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