Revista Vino

Viver de Celleristes de la Conca de Barberà

Por Jgomezp24

En una vida anterior que, de hecho, ha sucedido hace bien poco, me ocupaba y preocupaba de lo que llamábamos "incubadoras de empresas", "viveros de empresas". Dos palabras usadas por transferencia de significado que tienen intensa relación con la "vida joven que hay que proteger", sea de manera natural o artificial. Cuando las condiciones en "el exterior" son duras, cuando la vida nueva encuentra dificultades para crecer y remontar las corrientes adversas, suele haber una mano amiga que ayuda a que el porcentaje que se lleva M.Darwin (de cualquier proceso de selección natural) sea algo menor. ¿Que estamos jugando un poco a ser Dios? Puede...pero los resultados suelen merecer mucho la pena. Cuando hay convencimiento, cuando hay pasión, cuando hay proyecto, cuando hay ilusión y ganas de emprender, hay que ayudar. Cuanto acabo de describir sucede muy a menudo en cualquier tipo de proyecto de empresa, pero nunca, que yo sepa, había sucedido de forma premeditada y organizada en el mundo del vino. Nuestras empresas nacientes, nuestros proyectos se llaman bodegas.
Aquí nace todo. Y si una zona que quiere crecer y recuperar su tradición (quizá demasiado vinculada a otra DO...), pongamos la Conca de Barberà, territorio y DO, no encuentra la manera de impulsar algunos proyectos jóvenes (no siempre impulsados por personas jóvenes, cierto, pero sí por gente muy ilusionada: y eso es lo que cuenta), está casi muerta y condenada a seguir haciendo lo que venía haciendo: vender uva anónima para que otros hagan sus cosas. No digo que eso sea malo, por favor: todo el mundo tiene la libertad de ganarse la vida con sus manos y con sus cepas como pueda y quiera hacer. Pero sí digo que una zona como la Conca, que tiene una riqueza de viñedos antiguos impresionante; que tiene una variedad de suelos, de climas y de terruños grande; que tiene, además, el tesoro de unas variedades de uva muy identificadas con ella (el trepat, por supuesto; pero también el garrut o el macabeo o el parellada) y, además, tiene un territorio casi incontaminado (aunque sea por efecto de sucesivas crisis industriales y económicas a lo largo del siglo XX)...una zona así tiene casi la obligación moral de encontrar ese camino, ese vivero para que las bodegas jóvenes empiecen a repoblar el territorio con nuevos vinos y nuevas sensibilidades.
La idea primera de Jordi París y Ramon Ribas encontró el apoyo de la DO Conca de Barberà, del Consell Comarcal de la Conca de Barberà, de la Diputación de Tarragona y de los Fondos Europeos necesarios para reconstruir la historia y proyectarla hacia el futuro. Porque eso es el Viver de Celleristes: retomar el edificio y el espíritu de la Societat Cooperativa Agrícola de Barberà de la Conca y darles forma. Espacios reformados en 2007 y finalmente rematados por una segunda nave en 2011. Capacidad para albergar a ocho jóvenes bodegas que no tenían ni posibilidad ni capacidad de instalarse por su cuenta. Contrato por seis años (no estrictos). ¡Y a trabajar! Hay espacios comunes para entrar la uva, para seleccionar, para embotellar, para analizar, para envejecer el vino, para conservar las botellas, pero cada cual tiene, además, su propio espacio interior, no sólo físico...Porque lo más atractivo y apasionante, que pude comprobar cuando estuve, es que la gente, los impulsores de cada proyecto, tienen sus ideas, su formación, su experiencia, su camino hacia el tipo de vino que llevan en la cabeza (o que no llevan y todavía buscan: hay gente maravillosamente joven allí). Pero además, todos comparten experiencias, conocimiento, técnicas y sensibilidades. Cada bodega (ahora mismo están a tope de capacidad y creo que con lista de espera: ¿no es genial?) va a lo suyo pero cuando estuvimos catando y conociendo la realidad de la cosecha del 2013 (y algunas botellas muy interesantes del 2011 y el 2012), lo hicimos todos juntos, probando todo de todos e intercambiando impresiones de una forma abierta y sincera.
Me fui con una gratísima impresión. Es un proyecto que nace de una apuesta tremenda de los responsables de la zona por su futuro y que está funcionando. ¿La mejor prueba? La "tasa de bajas" es mínima y ya hay una bodega que se ha instalado por su cuenta fuera del Viver y que hace vinos que me encantan. Y, vaya, que en este post no toca personalizar, pero probé cosas allí dentro que me gustaron mucho. Y vi actitudes y maneras de trabajar en el campo y en la bodega que van a calar en el territorio. Y todo esto es muy bueno. Por el ejemplo que están dando a otras zonas vitivinícolas que quieran hacer una apuesta de futuro a partir de una realidad de viñedos y terruños importante, aunque quizá algo perdida en su historia. Y porque, y en el fondo esto es lo más importante, algunos de los vinos que están saliendo ya del Viver de Celleristes son interesantes y atractivas realidades que nos proyectan a un futuro mucho mejor. Vayan ustedes y compruébenlo. Sé que lo agradecerán. Por mi parte, les digo que con esa visita, con lo que sucedió ese día y con lo mucho que aprendí de esos emprendedores del vino, me hice un estupendo regalo anticipado de Reyes.

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