Revista Psicología

Volver

Por Rms @roxymusic8

Para volver es necesario irse. Permanecer alejado. Dejar un espacio y un tiempo entre un sitio y otro, entre un acontecimiento y otro. ¿Y por qué alejarse, por qué dejar un espacio y un tiempo? La vida de las personas tiene esa necesidad de vez en cuando o puede que sólo ocurra una vez. El porqué es diferente en cada una de ellas, pues dos personas no son iguales y cada una es un mundo. El motivo puede ser respetado, comprendido o puesto en duda por muchos, pero aquí lo importante es que quien necesite irse para luego volver, lo haga por un bien mayor.

Yo misma me fui. Necesité alejarme. Poner espacio no sólo entre amistades, sino también entre ambientes y responsabilidades. Dejar un tiempo en barbecho todo lo que me traía entre manos. ¿Por qué? Por un motivo genuino y poco común. Genuino, al referirme a una verdadera forma de conocimiento propio. Poco común, al menos en estos tiempos que corren. El motivo fue acogido por unos, y puesto en duda por otros ya que no tenían todos los datos. ¿Qué necesidad corría por mis venas? Parar. Conocerme. Valorar mi vida. ¿Por qué es un motivo poco común? Supongo que porque el conocimiento de uno mismo que se me iba a ofrecer no dejaba de lado la vida misma, su gente, su naturaleza, ni nada que aconteciera en ella. ¡No hubo egoísmo por ningún lado! Y ésto es justo lo que muchos hoy en día viven: un autoconocimiento desde el egoísmo.

Sólo puede volver quien sabe el camino de vuelta. Quien reconoce los puertos. Quien, una vez lleno de conocimientos, valentía y herramientas, pide volver. Sí, vuelve quien está seguro de sí mismo. Quien sabe que allí sigue habiendo algo para él. Si no, ¿para qué volver? No vale volver a engañarse de nuevo. Si se vuelve es para quedarse. Ésto no quita que se haga presente la vulnerabilidad propia de verse afectado por las cosas y las personas. ¡Por la vida misma! Ahora, esa vulnerabilidad, será auténtica, ya no se dejará llevar por otros o por el miedo... Se mostrará tal cual. Éste es el triunfo de conocerse de pies a cabeza: poder mostrarnos tal como somos. ¿Qué precio hay que pagar? Separarnos, alejarnos, dejar por un tiempo aquello que nos impedía o dificultaba mirarnos y hacernos caso. ¿Vale la pena? Más que la pena, nuestra libertad.

Volver así se hace llevadero. Volver, con esa garantía, es como música para los oídos. Volver, con libertad, para vivir con los pies en la tierra y la cabeza en el Cielo. Volver, ¿para qué volver? Para acometer la vida desde otra perspectiva, para comprometerse con la vida desde la libertad conquistada, para querer a las personas desde un corazón renovado. No es un nuevo comienzo, es continuar con lo que un día empezamos. No es olvidar lo vivido, sino construir un presente renovado a través de ello. No es rechazar lo que experimentamos, sino reconocer lo que hubo de bueno y dañino en aquéllo. Volver la mirada, pero esta vez a través de unos ojos que han conocido lo auténtico y lo verdadero de uno mismo, de los demás y de la vida.

Así, puedo volver.


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