Revista Educación

Yo una vez vi un toro

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Yo una vez vi un toro

En esa época en la que se podía viajar sin mascarillas ni gel hidroalcohólico, yo una vez vi un toro. En mi tierra es bastante difícil, porque en Canarias ese "espectáculo" en el que un torero sale armado a la plaza y se enfrenta a los cuernos propios del animal no existe, así que yo una plaza de esas la pisé para ver a los Payasos de la Tele, en Santa Cruz de Tenerife, donde también se celebraron los concursos del Carnaval durante algunos años. Pero esa es otra historia. El caso es que yo una vez, agarrada a mi marido y sobre una moto como merece este tipo de recorridos, subí el Puerto de Las Palomas, en la Sierra de Grazalema. Una vez completada la ruta, y alcanzados los casi 1.200 metros de altitud, comenzamos un feliz descenso en el que nos encontramos, casi al inicio, con un habitante imponente. Allí había un toro. Enorme, que sobrepasaba en altura a la moto con nosotros encima. No había verjas, ni muros que nos separaran, estábamos ahí, mirándonos a los ojos. Está claro que era manso, pero, por si los cuernos, decidimos que era mejor no sacar la cámara de fotos y seguir nuestro descenso como si tal cosa. De vez en cuando recuerdo la mirada de aquel animal increíble y sigo sin entender que haya quien considere que matar toros es cultura. No. Los toros son naturaleza y como tal merecen respeto y protección.

Yo una vez vi un toro
Este no es el toro que vi, aquel era todo negro y tenía dos enormes cuernos, mayores que los de Eduardo, que es mi ahijado y vive feliz en el Santuario Gaia (pinchen en la foto para saber más). Entren en http://www.fundacionsantuariogaia.org y vean todas las formas con las que se puede colaborar con este paraíso, que demuestra que el ser humano sí puede tratar con respeto a otras especies.

No me vale el argumento de los toreros en el que aseguran que sin ellos la raza se extinguiría, porque, si nos jactamos de un mínimo de inteligencia como seres humanos, entenderemos que no es de recibo mantener ninguna especie con el único fin de torturarla hasta la muerte. No, el espectáculo con toros no es cultura, porque en esa hermosa palabra sólo deben verterse actividades que se realicen en libertad, que fomenten el pensamiento, que llamen a la tolerancia, que entretengan sin fomentar el sufrimiento del inocente. Los toros no son cultura, son una tradición que debería quedar atrás, como otras muchas prácticas terribles contra los animales en festejos diversos que se llevaban a cabo en España, como las peleas de Gallos que todavía se perpetran. Yo una vez vi un toro y pensé que era un regalo.


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