Aunque muchos asumimos que el Buda era una persona reservada y silenciosa, cuenta la leyenda que, en el punto más alto de su sangha, tenía hasta 5,000 monjes que lo seguían. Siempre estaban atentos a sus enseñanzas y dispuestos a seguir sus instrucciones para ayudar a todos los seres vivos.
No solo era un gran líder, sino que era un amigo carismático y su comportamiento hacía que la gente quisiera pasar tiempo a su lado.
Lo mismo aplica para otras personas importantes en las diferentes escuelas de budismo del mundo. SS Dalai Lama, Thich Nhat Hanh; hasta nuestros queridos Dogen Zenji y Nishijima Roshi; todos ellos han sabido comportarse de tal manera que se rodearon de amigos y alumnos.
Pensando en que muchos de nosotros somos tímidos e introvertidos, he preparado esta lista de acciones budistas que podemos llevar a la vida cotidiana y que nos harán personas más agradables para los demás. Por supuesto, sin sacrificar nuestros valores personales ni filosofía. Son más bien acciones de sentido común que vale la pena intentar.
Deja de aparentar lo que no eres
Sé que todos estamos presionados por ser algo en la vida. Pero muchos no nos damos cuenta de que nos volvemos personas mentirosas cuando presumimos lo que no somos o lo que no tenemos.
En la práctica Zen la humildad es un valor muy apreciado porque nos hace ver y amar lo que somos. La gente nos percibe mejor cuando no actuamos como el sabelotodo de la región.
Bodhidharma, el Primer Patriarca del Zen, era famoso por no avergonzarse en decir no lo sé con todo el corazón.
Deja las prisas y urgencias de lado
Una de las razones que más sufrimiento y enfermedad nos causan, es la mala comprensión del tiempo. En la práctica Zen, el tiempo fluye de manera distinta. Es lento cuando necesita ser lento, es rápido cuando necesita ser rápido. Para el Soto Zen, la comprensión del tiempo es parte de la práctica espiritual y nos esforzamos en aprender.
La ilusión que tenemos es que, si vivimos con prisas, los demás nos perciben como propositivos y trabajadores. Pero es lo opuesto. Una persona con prisa y urgencias es alguien irritable, irritante y que no sabe administrar su trabajo.
Aprender a hacer mejor uso del tiempo, llegar puntual a todos lados, te volverá una persona confiable para ti mismo y para los demás.
No es coincidencia de que en los templos Zen del mundo seamos tan respetuosos con los horarios, pero relajados con la comprensión del mismo.
Juega más
Ryokan Taigu, el Maestro Zen que inspira el nombre de esta sangha, era famoso por dedicar parte de su día a jugar pelota o escondidas con los niños del pueblo. Chicos y adultos disfrutaban de su forma de ser ligera y juguetona.
¿Hace cuánto no juegas como niño? ¿Hace cuánto no haces una broma inteligente y que no ofenda? ¿Hace cuánto no ríes sin importarte el mundo?
El Buda, Dogen, Nishijima Roshi, SS Dalai Lama y todos nuestros ancestros budistas han sido famosos por sus juegos, risas y bromas.
Ser una persona juguetona y amable hará que los demás se sientan cómodos a tu lado.
Haz sentir bien a los demás
¿Te has dado cuenta cómo, al enterarte de una noticia, de inmediato comienzas a hablar de ti? Esto es porque cuando hablamos con alguien, tratamos de participar en la conversación dirigiendo la atención hacia uno mismo.
Esto te hace parecer egocéntrico y que no sabes escuchar. Mejor pon atención, escucha en silencio y felicita cuando haya que hacerlo. Da una palmada en el hombro ante un buen trabajo. Di «Ya veo. Es cierto, tienes razón» con más frecuencia.
Pero cuidado. Jamás hables del físico de otros. Habla de sus ideas, su trabajo, sus logros y sus aciertos.
Nunca tomes nada personal
Siempre que hay una discusión, es normal que los ánimos se calienten y se digan palabras hirientes. Quien insulta o dice cosas sarcásticas, siempre está sufriendo y ataca porque su inteligencia ha sido cancelada por la emoción.
Por lo tanto, dicen cosas que vienen desde un lugar profundo de su sufrimiento. Se insultan ellos mismos, pero lanzan anzuelos para provocar una reacción en ti. Han sido dominados por los Tres Venenos de la Mente.
Cuando una persona comienza a insultar, no se le puede tomar en serio y mucho menos a título personal.
Sonríe mucho y cuando sea oportuno, pero no por todo
Sonreír es una de las mejores formas de conectar con los demás. Si pones atención, en todas las imágenes, el Buda aparece con una ligera sonrisa. SS Dalai Lama tiene una sonrisa maravillosa que nos invita a sonreír con él.
Aprender a sonreír requiere práctica. Vale la pena porque sonreír en esta vida hace que las cosas sean menos pesadas.
Solo ten cuidado de no sonreír cuando te estén dando una noticia importante y seria para la persona.
Dignidad en tu espacio
Con mucha frecuencia nos hacemos pequeñitos ante una persona dominante o ante un reto enorme. Incluso hay quienes caminan con la espalda encorvada porque no se sienten suficientes. Esto ahuyenta a la gente porque se nos percibe como débiles y poco aptos.
Cuando practicamos Zazen aprendemos a florecer en una posición digna que ocupa correctamente el espacio vital. En Zazen nos sentamos con la espalda recta y con elegancia, que se pueden transmitir a la vida cotidiana.
Espalda derecha, mirada al frente y a los ojos. Ocupa todo tu espacio vital y los demás notarán seguridad y sinceridad en ti.
Uso inteligente de tus comunicaciones
No mentir y no manipular son acciones de sentido común. Pero las comunicaciones humanas son más complejas que solo eso. En el Noble Sendero Óctuple existe el valor del Habla Correcta, que implica hacer uso virtuoso de todas las maneras en las que nos comunicamos. Ya sea por texto, memes, hablar o lenguaje corporal, tenemos una responsabilidad fuerte de cuidar las intenciones con las que hablamos. Y claro, no nos involucramos en chismes.
Antes de comunicar algo de manera volitiva, hay que preguntarse: ¿Es necesario? ¿Es verdad? ¿Ayuda a alguien? ¿Es amable? Si alguna de estas preguntas las respondes con no, es mejor guardar silencio.
Adáptate al cambio
La vida es dinámica y todo el tiempo está cambiando. No hay manera de parar a la Señora Impermanencia. Cuando queremos estar en contra y dominarla, la Impermanencia de las Cosas nos abofetea cruelmente y sufrimos mucho. Aceptarla es objeto de estudio de todas las escuelas budistas del mundo.
Entender que la vida cambia es importante. Pero es más importante no sufrirlo y adaptarnos a las nuevas situaciones. Claro, sin enojarse ni hacer berrinche.
Una persona que se adapta es alguien más ligero de tratar. Y dicen por ahí que es parte de lo que forma a los buenos líderes.
Deja de querer controlarlo todo
Por más que nos esforcemos en la fantasía de que controlamos algo, la verdad es que no controlamos absolutamente nada. Y peor aún, esa fantasía nos evita que disfrutemos la Impermanencia de las Cosas.
No tiene nada de malo hacer planes y esforzarse para ser mejores, pero al igual que el punto anterior, es siempre más sabio aprender y corregir, que congelarse por la frustración.
Saber adaptarse al cambio y permitir que la vida sea, te vuelve una persona menos oscura, pero propositiva para los demás.
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Espero que estas acciones te den un poco de claridad hacia dónde va la práctica budista. Al practicar compasión de manera activa, de adentro de uno mismo hacia afuera, la percepción que tienen los demás sobre nosotros cambia.
Como siempre, no me creas nada. Pero te reto a que lo intentes. Lo peor que puede pasar es que lleguen nuevos amigos a tu vida.
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