10 razones para seguir leyendo Réquiem por Yarini de Carlos Felipe

Por Isa @ISA_Universidad
Publicado el octubre 20, 2014 de ISA, Universidad de las Artes

Por Isabel Cristina Hamze, en saludo al Centenario de Carlos Felipe Hernández músico, compositor y dramaturgo cubano.
1. Historia: Desde la primera escena descubrimos el trágico final del ecobio blanco. Bebo La Reposa invoca a Ña Virgulita y tira los siete caracoles y predice la sangre de Yarini. Una manera especial de construir el relato, que desde el propio título se nos adelanta como profético, como la reconstrucción poética de los hechos reales, como documento histórico, legendario. No hay sorpresa, sino deleite de seguir cada palabra hasta el final avisado.
2. Ritual: Réquiem por Yarini es una suerte de amasijo de rituales, algunos traducidos en silencio y quietud, como guillotinar la punta y escupirla, encender el tabaco y lanzar la primera bocanada con delectación. Otros llevan el lejano encanto del juego, de la charada y el verso ajustado, artificio azaroso de otro tiempo que se esconde y pervive. Exquisito ritual el del danzón de Yarini, ese que imitan los pisaverdes de la Bombilla y del Carmelo, diestros en el movimiento del ladrillo. El sonido de los tambores batá y los tres negros que acompañan a Bebo La Reposa para apartar tanta nube oscura de la cabeza del monina que todos quieren, el despojo y el mandato de la Guerrera. Rituales todos enlazados por quien lee un solo estado:
apasionadamente.
3. Didascalias: El autor nos acompaña de cerca, estar presente es su reglamento, su tabla de ley. En cada didascalia está su mirada cálida y turbadora, sus indicaciones para la escena se entrelazan con la sugerencia de estados de ánimo y la descripción casi literaria, casi poética, casi metafórica de sus personajes. Un aliciente para el que lee sin prisa y en paz. Un desafío para el actor y la escena, para la actriz que intente, como bien propone Felipe, horadar el espacio con la filosidad de sus senos, en una actitud de triunfo y reto. 4. Misterios: Solo misterios de la creación humana. Alguien que nos llama tras visillos. Un placer más regio cuanto más prohibido. 5. Mezcla: Pasiones encrespadas como los pelos de las putas de barrio, como la imagen crispada que esconde tras el tul La Dama del velo. Encuentros de insospechadas texturas y olores. Esa mezcolanza de razas y procedencias, religiones, saberes y supersticiones. Como el duelo entre el rey del danzón y Dimas, con su típica estampa de curro mangleresco.
6. Lenguaje: No son ellos los que hablan, sus voces son la voz del autor, esparcida sobre las cabezas para alejar tanta nube oscura. Como la Jabá habla por la Santiaguera para clavar el corazón de Alejandro, Carlos Felipe habla por ella y por Lotot y por Ismael Prado y por el coro de mujeres, a la usanza griega. Estar presente, ya lo sabemos, es para el autor su tabla de ley.
7. Yarini: Alberto Yarini y Ponce de León, controvertida figura de un legendario barrio habanero. Esa especie de antihéroe que deambula entre la ficción y lo real despertando la fascinación de los que intentan, con el don de la fabulación, reconstruir su rostro distorsionado por el tiempo y la mala memoria.
8. Muerto.
9. Secretos. Susurros a altavoces. Historias que entretejen el fuego del que estamos hechos. Secretos no vedados para nuestros ojos despiertos y para nuestras manos calladas. Bebo va en busca de los tamboreros, le bailarán el enyoró antes de que llegue la gente. 10. Hoy: Como las alegres campanillas de plata que adornan los arreos de los caballos blancos, se escucha hoy el eco anunciador de una historia por contar, esa que sólo conocen las viejas columnas habaneras y aquellos que, disfrazados con el lente curioso de una cámara o la cautela de una hoja de papel, se han osado a entrever. Como la buena fortuna exige números impares hay una razón más. Número 11 La dedicatoria: A mi gente, del barrio de San Isidro.