12 Man Caves: hogares con mucha personalidad

Por Hogarismo

Nuestro hogar es el lugar donde descansamos, donde nos rodeamos de las cosas que más nos gustan, donde somos nosotros mismos y nos expresamos en todos los aspectos. Así debería ser, por lo menos.

Para quien vive solo, su gusto es la ley y su casa es el fiel reflejo de su personalidad. Cuando se comparte espacio, lo ideal es compartir también el gusto y la inclinación, y que la decoración y el estilo se vaya forjando a medias y disfrutando.

Pero también puede ocurrir que no se sea tan afín y toque negociar, ceder y repartir las zonas, en algunos casos. Siempre es importante, sea cual sea la situación, que cada persona disponga en el hogar de un pequeño espacio para sí mismo, donde ser el rey absoluto, absolutista e indiscutido y hacer uno lo que le da la real gana.

Los especialistas en salud mental lo recalcan y la realidad lo demuestra: es maravilloso compartir, pero es imprescindible conservar pequeñas zonas propias.

Y hablando del hogar, que es lo que hacemos en Hogarismo, hemos encontrado en la red unas cuantas ideas sobre lo que se llaman Man Caves: refugios para personas con grandes aficiones que hacen de una habitación un recinto casi sagrado.

Santuarios monotemáticos y decorados a medida y a placer, donde sumergirse en el propio mundo y relajarse.

Espacios privados donde aislarse del mundanal ruido, incluso del ruido personal, y entregarse en paz a lo que uno realmente le apetece hacer.

Estos ejemplos son típicas Man Caves, casi clichés, pero sabemos que cada persona es un universo aparte, con su gusto y su sensibilidad.

De hecho, aunque se llamen Man Caves no sólo gustan a los varones. Calificar como masculino y femenino sirve para eso, para calificar, pero no se ajusta a la abigarrada realidad.

Por ejemplo, mi propio lado “masculino” se construyó su refugio, una casita de madera donde acumular comics, aparatos, cables, posters y recuerdos.

A mi compañero le pasa lo mismo: las herramientas y la batería están en su muy masculino taller.

Pero luego compartimos nuestro espacio común, abarrotado de libros y discos, que nuestros respectivos “lados femeninos” decoran con plantas y objetos vintage. Practicamos el Hogarismo. Hogar, dulce Hogar.

Vía inthralld