16 de febrero de 2014. El Frente Popular 78 años después

Por Peterpank @castguer

 

 Campesinos asesinados en la sublevación de Yeste 1936

El 16 de febrero se cumplen 78 años del triunfo electoral del Frente Popular, ese mismo día de 1936. Su programa, fue suscrito por los partidos republicanos y de izquierda. El POUM, además del PSOE, PCE y UGT, se sumó a la coalición. CNT no lo hizo y llamó tímida y equívocamente a la abstención. Durruti solicitó a los trabajadores que votaran al Frente Popular, lo que es un ejemplo de mentalidad anarco-socialdemócrata, confirmada en la guerra civil con la participación de cuatro ministros libertarios en el gobierno del Frente Popular presidido por Largo Caballero, así como en otros muchos organismos gubernamentales y estatales republicanos.

En Cataluña y el País Valenciano a aquella coalición electoral se la denominó Front d’Esquerres, lo que es más exacto.

El gabinete del Frente Popular estuvo presidido por Manuel Azaña, de Izquierda Republicana, y formado por ministros de esta formación y de Unión Republicana. Los partidos “obreros” apoyaban desde fuera. Su programa era burgués-estatal, con una única clausula tangible, la amnistía para los casi 30.000 presos políticos y sociales existentes, lo que necesariamente tendría que haber hecho cualquier gobierno.

El régimen del Frente Popular fue una repetición del cruento bienio 1931-1933, también con Azaña (responsable de la matanza de Casas Viejas, en 1933) como jefe. Su objetivo era mantener y proteger el capitalismo y el poder de los terratenientes, o gran burguesía agraria. Por eso el 11-3-1936 el pleno del Consejo Superior Bancario se entrevistó con aquél para notificarle la “adhesión plena de la Banca” al régimen frentepopulista.  Dicho de otro modo: por un lado la banca y por otro los partidos y sindicatos “obreros” dieron respaldo al Frente Popular.

En marzo arreciaron las ocupaciones de fincas en Extremadura, que el gobierno de Frente Popular tuvo que aceptar, a la espera de una situación favorable para ajustar las cuentas a la rural gente. En total se hicieron con tierras unos 120.000 campesinos, aunque cada uno logró una extensión muy insuficiente, sin recursos financieros anejos y quedando sometido a la tutela del IRA (Instituto de Reforma Agraria), el organismo del capitalismo de Estado para el agro creado por la II república (1931-1939) a fin de aplicar la intolerable Ley de Reforma Agraria de 1932. Se ha dicho que aquellos campesinos eran “siervos” del IRA, que gobernaba sus vidas y les explotaba.

El gobierno de Frente Popular se centró en la tarea que el gran capital y el aparato estatal le había asignado: romper el ascenso de los movimientos populares por una mezcla de demagogia y violencia institucional.

Igual que había sucedido con el gobierno republicano-socialista en 1931-1933, se fueron sucediendo las matanzas de trabajadores, especialmente en los medios rurales. La guardia civil, o guardia de asalto, cumpliendo órdenes del gobierno del Frente Popular, mata a 4 trabajadores y deja heridos a otros 4 en Escalona (Toledo); en Granada hay 2 muertos y varios heridos; en Palenciana (Córdoba) 4 muertos; en Jumilla (Murcia) 1 muerto; en Logroño 4 muertos, etc., etc., etc. La peor es la matanza de Yeste (Albacete), el 29-5-1936, en la que el gobierno del Frente Popular manda a la guardia civil dar un escarmiento a los campesinos que habían recuperado el comunal, ocasionando 17 muertos y casi 100 heridos de bala.

 Dado que el gobierno frentepopulista implantó la censura previa de prensa y radio no se conoce más que una parte pequeña de las carnicerías perpetradas por él, que fueron muchas más de las que puedan hoy citarse[1]. Y, ¿qué ha de pensarse de un gobierno que primero tortura, hiere y mata y luego impide que se sepa?

La matanza de Yeste fue el gran acto intimidatorio realizado por el Frente Popular para frenar las luchas campesinas y populares. Ante ella, los partidos y sindicatos “obreros” (la nueva burguesía que pugnaba por hacerse un sitio en la trama del poder, dominio y dinero) hicieron lo imposible por ocultar los hechos, tergiversar el obrar del vecindario de Yeste y justificar el actuar del gobierno, ignominias en las que destacó el PCE. Aquéllos se manifestaron como fuerzas al servicio de la clase terrateniente. Ninguno retiró su apoyo al gobierno a pesar de las carnicerías en curso, ni tampoco denunció o combatió éstas.

En las ciudades, los trabajadores realizan movilizaciones muy combativas contra el bloque formado por la patronal, el gobierno del Frente Popular y los partidos de izquierda. Fue porfiada la huelga de la construcción en Madrid, que movilizó a 80.000 trabajadores durante semanas, así como varias de Cataluña y otros territorios.

En los meses de abril a junio el ascenso de las acciones e intervenciones populares fue formando una situación en la que la patronal y el Estado se vieron obligados a retroceder y a ponerse a la defensiva. En diversos lugares el control y dominio que antes tenían sobre las gentes empezó a resquebrajarse. Maduraban las condiciones para alcanzar una situación que podría elevarse a revolucionaria debido a que ya lo era de poder dual o doble (pueblo/pueblos frente a Estado/patronal) en rápido desarrollo. Dicho de otro modo, el Frente Popular había fracasado en la tarea que el capital y el Estado le habían asignado, cortar el ascenso de las luchas y hacer que las clases trabajadoras se sometieran. Por eso a partir de junio el capital retiró su apoyo al Frente Popular para dárselo a la conspiración militar fascista.

En las condiciones de 1936 la cuestión principal, en lo político y social, era la revolución. Pero los partidos “obreros” (burguesía de Estado en realidad) arguyeron que se trataba de “detener” al fascismo desde la defensa del parlamentarismo y de la república burguesa-estatal de 1931. Esto les llevó a las filas de la reacción, a respaldar en la calle y la prensa las atrocidades represivas perpetradas por el gobierno del Frente Popular. Dicho “antifascismo” es mero pro-capitalismo.

De ese modo contribuyeron a ahogar el desarrollo y maduración de la revolución popular. Por un lado, los falangistas tiroteaban a los trabajadores, por otro, los aparatos policiales a las órdenes del Frente Popular hacían lo mismo. Pillados entre dos fuegos, los proletarios del campo y la ciudad padecieron una primavera sangrienta, la de 1936.

Esto favoreció el auge del fascismo. Un cierto número de personas poco preparadas políticamente, al comprobar que todos los partidos y sindicatos “obreros” otorgaban respaldo a un gobierno opresor, pro-capitalista y criminal, el del Frente Popular, se dejaron atrapar por la demagogia “anticapitalista” falangista, creyendo que éste era el único movimiento “revolucionario” en activo.

Iniciada la guerra los llamamientos de los frentepopulistas al pueblo para que se uniera a ellos contra el alzamiento militar sólo podían tener una credibilidad y respuesta limitadas. En efecto, quienes formaban parte del Frente Popular, los mismos que habían encarcelado, torturado y matado a la gente común, se dirigían ahora a “las masas” en petición de ayuda contra los militares. Pero las victimas de hacía unas semanas, a veces de sólo unos días, difícilmente se podían unir con sus verdugos. Eso privó de la suficiente base popular al antifascismo republicano y frentepopulista, siendo causa política fundamental de que los militares fascistas ganaran la guerra.

Por tanto, el Frente Popular fue no sólo anti-revolucionario sino también “antifascista”, o sea, antifascista de palabra y favorable al triunfo del fascismo de facto.

En cualquier situación en que las gentes modestas se pongan en marcha y hagan frente al Estado habrá, tarde o temprano, una reacción violenta de éste. Esa era la situación en 1936, y las alternativas posibles eran la revolución popular o la intervención militar. Ya no había espacio para el parlamentarismo, de manera que el Frente Popular se quedó con la opción imposible. Por ello, primero fue verdugo de las clases populares, después víctima del fascismo militar y siempre favorecedor de hecho del ascenso del fascismo, o sea, “antifascista” de pega. Eso les sucede a todos los que, ayer y hoy, se dicen antifascistas pero no hacen suya la idea seminal de revolución.

Félix Rodrigo Mora


[1] El Frente Popular francés, muy parecido al español, también se significó por su talante represivo. En Clichy ordenó a la policía disolver una manifestación de trabajadores, ocasionando 6 muertos y 200 heridos. Poco después el gobierno de Frente Popular, desacreditado, cayó sin pena ni gloria.