Vivimos en un mundo en el que enseguida nos acomodamos, creamos una rutina, a veces sin darnos cuenta, y nuestro día a día se convierte en una serie de episodios que se repiten constantemente, incluso esas ocasiones en las que "sales de la rutina" acaban convirtiéndose en justamente eso, una rutina, ya que las acabas repitiendo con frecuencia. Y entonces es cuando de alguna forma inexplicable la vida nos presenta una oportunidad, nos trae un cambio. Sin ni siquiera pensarlo ni desearlo nos ofrece la oportunidad de cambiar nuestra vida, de terminar con esa rutina, de empezar de nuevo...de salir de nuestra zona de comfort. Pero este cambio no llega por casualidad, llega porque nosotros mismos sin darnos cuenta lo estamos pidiendo.
El cambio es bueno, es necesario y es sano, pero también es verdad que da miedo. No es tanto un miedo por lo que pueda pasar, por "¿y si las cosas no salen como esperaba?", sino más bien miedo de salir de esa zona tan cómoda llamada rutina. Pasamos de tener una vida perfectamente cuadriculada a de pronto tener que dejar todo eso atrás y empezar de nuevo, y sí es aterrador pero en el fondo sabes que lo quieres y sobretodo que lo necesitas. Lo necesitas porque una vez que lo dejas todo atrás y empiezas a vivir esa nueva vida te das cuenta de que no eras tan feliz como creías, de que te faltaba tanto, de que hay tantas oportunidades, lugares maravillosos y personas increíbles en el mundo que lo que tú creías que era perfecto no lo era.
Hace 6 meses llegué a Madrid y no solo ha cambiado mi vida sino que yo también. No me puedo quejar, porque algunos de los momentos más felices de mi vida por no decir los más felices los he vivido desde que llegué a la ciudad de mis sueños. Pero también he sufrido y me he caído varias veces, unas cuantas de hecho, pero tras cada caída me he vuelto a levantar, aunque de algunas me haya costado bastante, y cada vez que me levanto de una me siento más fuerte porque sé que puedo con eso y más, porque sé que forma parte la vida y porque sé que lo mejor aún está por llegar.
Así que llegó la hora de volver a levantar la cabeza, de lucir tu mejor sonrisa y de levantarse aunque de esta caída cueste un poco más, porque la vida está hecha para disfrutarla y los nuevos comienzos hay que aprovecharlos. Deja de preguntarte "¿pero por qué?" o de decirte "es que ya no puedo más", y empieza con "por que sí y punto" y con "este es solo el comienzo".