Son sesenta escolares de distintas aldeas, así que las compras realizadas son en proporción. La escuela se encuentra en un terreno comprado al gobierno a la entrada de la aldea en un desmonte de terreno que compró la familia Timsina para la escuela y que aún hay que seguir acondicionando. Son muchas las necesidades, pero es enorme la satisfacción de ver como la ayuda llega hasta el final del camino y revierte directamente en quien la necesita.
El pueblo se ha volcado con el proyecto y nos acompañan en una ceremonia emocionante. Ver a niños y niñas, algunos descalzos recoger el material escolar después de dar el Namasté de manera educada sobrecoge en algunos momentos. Muchos de ellos vienen en grupo desde aldeas cercanas todos los días caminando durante más de cuarenta minutos y sus caras y ropas no dejan lugar a dudas sobre la pobreza que viven cada día. Me hace recordar ese antiguo cuento de "Había una vez una escuela"
Me traigo su hospitalidad y las sonrisa de esos niños grabada en el corazón y en el recuerdo. Seguro que los pequeños pasarán calor y frío, tendrán incomodidades en la nueva escuela, pero al menos pueden volver a estudiar y no perderán la posibilidad de un futuro mejor. Miles de niños y niñas en Nepal no tienen la misma suerte.
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