He escrito ya sobre José Luis Mateo y su bodega Quinta da Muradella (DO Monterrei, Verin, Ourense) más de una vez en este cuaderno. Es de los pocos que repite con cierta asiduidad. Y eso lo dice ya todo para mí. Todo sobre cómo son sus vinos, pero también sobre cuál es su sensibilidad hacia la tierra y sus gentes y, lo más importante, sobre cómo es él como persona. Superó los corsés de la formación y dedica, ahora, toda su intuición y pasión a entender qué pasa cada año en sus viñedos, cómo debe ir modificando su laboreo y sus técnicas de vinificación. Cada año se pone él mismo y pone todo en duda. Las horas que pasamos juntos en mi último viaje son de las más intensas que he vivido en él.
Uno de los ejemplos más notables de su inquietud es este vino único, rosado (bastardo, garnacha y mencía, por sangrado, 13%), Nistal 2008, del que no sabemos si habrá segunda edición...Un caso para reflexionar porque sin someter al vino (no, por lo menos, que yo lo huela o sienta) a una vinificación específicamente pensada para el envejecimiento (como podría pasar con los rosados de Viña Tondonia o de Tobía), el vino lleva ya cinco años en botella y esta, mi tercera botella, está en una forma todavía espléndida que dice, sin más, que la cosa sigue. Sabéis de mi pasión por los rosados que andan al otro lado de la línea del tiempo. Suelo encontrarlos más en Francia (Champaña sobre todo) que en España o Italia. Sin duda, Nistal 2008 es uno de ellos. En las botellas que queden, es uno de ellos.
Rosado con alma y andares divinos: en el color, cuando cae en la copa y cuando deambula por ella. Púrpura. Enterísimo y con un cuerpo redondo. Endrinas. Cerezas. Brezo. Mora madura en la zarza. Espliego. Cinco años y está en pleno vigor este vino. Un rosado más allá de los tópicos y las marcas. Poderoso y sugerente en nariz, aromático y fragante. Ligero y ágil en boca. Vegetal que me hace pensar en humedad y frescor: musgo y líquenes. Es un vino radical y profundo. Arcilla húmeda. Flor de mirto. Es un vino azul. Con las horas, cada vez hunde más sus raíces en la tierra. Mirto y más brezo. ¿Se acabó ya? Apenas me ha durado 24 horas. Con Zweig, 24 horas en la vida de este vino son una gran experiencia.