3 claves de la productividad que me enseñó la escalada

Por Elgachupas

Como algunos de vosotros sabéis, desde hace un tiempo practico de manera activa la escalada deportiva. Además de permitirme desconectar de la vorágine del día a día, la escalada es un deporte apasionante, muy técnico, que proporciona una condición física como pocos deportes –dicen que después de la natación es probablemente el deporte más completo. Y eso no por hablar del trabajo mental con tus propios miedos y la vuelta a la naturaleza –tú y la roca a solas, batalla tras batalla.

Escalar me ha permitido conocerme mejor a mi mismo, y descubrir algunas estrategias que son extrapolables a mi vida cotidiana. Y por supuesto, como el “productivo” que llevo en mi interior no puede evitar establecer asociaciones con todo lo que le rodea, también he descubierto su aplicación al mundo de la productividad personal.

A continuación os comparto 3 lecciones que la escalada me enseñó para mejorar mi productividad, y que creo merece la pena tener en cuenta.

1. La técnica es necesaria

Muchos neófitos escaladores que van al rocódromo por primera vez, ven cómo los veteranos se mueven con gracilidad sobre la pared, casi como si caminaran sobre terreno plano, y sienten ganas de “treparse” inmediatamente. ¡Se ve tan fácil! Pero, ¡ay! Conseguir que los movimientos se vean tan fluidos y sencillos… bueno, no es tan sencillo. La fuerza bruta no funciona, es necesario aprender un montón de pequeños trucos.

La productividad personal, a ojos del que se acerca por primera vez, parece que no es más que unas cuántas ideas de sentido común que cualquiera puede aplicar inmediatamente con solo proponérselo. Por desgracias, la productividad personal se ve sencilla, pero requiere de mucho estudio y saber cómo desarrollar hábitos duraderos de manera eficiente. Si no fuera así, todo el mundo sería altamente productivo y conseguiría sus metas fácilmente.

Para muestra, un botón: entender que para tener el control debes procesar tus bandejas de entrada hasta dejarlas vacías, es fácil. Conseguirlo de manera consisitente, un día sí y otro también, ya no tanto. Y procesar de manera que el resultado sea siempre completo, significativo y útil, es aún más difícil.

2. Los resultados no son inmediatos

Es humano: ves a los escaladores curtidos con sus cuerpos delgados y musculosos, sin un gramo de grasa, “reptando” por techos imposibles, ¡y tú también quieres! :-) Así que empiezas a ir al rocódromo un día por semana. Luego vas dos. A cabo de unas semanas sales también los fines de semana a la roca… Pero después de 3 meses durante los que pierdes peso rápidamente y ganas bastante condición física, de repente te estancas. Subir de grado –dificultad de las vías que puedes escalar–, se hace ahora mucho más complicado. Conseguir ascender por las paredes difíciles se torna una meta casi imposible.

Muchas personas se inician en la productividad personal haciendo listas. Cuando nunca has aplicado técnicas de organización, ese simple gesto supone una mejora radical y casi inmediata. En unos pocos días consiguen tal sensación de relax y control que piensan que ya está todo hecho. El problema viene cuando comprueban que se han convertido en máquinas de hacer, pero no consiguen avanzar en las cosas que realmente les importa.

Dominar los estadios superiores de la productividad personal –perspectiva– no es sencillo y requiere de mucha práctica. Los avances al principio se antojan enormes, pero enseguida se produce un estancamiento si no seguimos más allá. Conseguir resultados que merezcan la pena supone trabajar con control y perspectiva al mismo tiempo, y eso requiere muchas horas de vuelo.

3. Hay que comprometerse

Escalar no es como ir al gimnasio. Una buena sesión en el rocódromo fácilmente se lleva 3 horas. Para salir el fin de semana a la roca debes levantarte temprano y desplazarte unos cuántos kilómetros, si es que quieres aprovechar el día y no quieres que todas las vías de la zona estén ya ocupadas cuando llegues. Y eso por no hablar de llevar una dieta estricta, que te permita no romper el delicado equilibrio entre músculo y peso, necesario para poder levantarte de las regletas más pequeñas.

Aunque muchos piensan que la productividad es un conjunto de hábitos de sentido común, desarrollarlos y, todavía más importante, mantenerlos no es sencillo. Son muchos pequeños detalles de los que tenemos que estar pendiente todo el tiempo: estar preparado en cualquier posible escenario de recopilación, conocer las claves del procesamiento diligente para que no se acumulen o se retrasen cosas importantes, decidir la siguiente acción a ejecutar con un mínimo de criterio, hacer las revisiones del sistema cada semana para asegurarnos de que vamos por buen camino…

Como con cualquier otra actividad complicada, el compromiso –el verdadero compromiso– es el único que nos puede ayudar a no abandonar, seguir insistiendo y terminar dominando los hábitos que nos convertirán en expertos.

Y tú, ¿qué cosas te ha enseñado tu deporte favorito? Comparte tu experiencia en un comentario.

Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.

Foto por Alex Indigo (via Flickr)