3 ejercicios para comer más despacio, saciarte más y hacer mejor la digestión

Por Robertosancheze

Esto es sólo mi opinión, que cambia constantemente. No me creas. Crea la tuya.

En realidad, el objetivo de estos tres ejercicios es simplemente comer más despacio. El resto, saciarte más y hacer mejor la digestión, son meras consecuencias. En seguida lo entenderás.

¿Comer más despacio sacia más? Claro que sí. Por un lado, le estás dando más tiempo a tu estómago y la parte del sistema nervioso que lo rodea para “darse cuenta” de que estás comiendo, secretar algunas hormonas que informan acerca de tu estado y que estas señales alcancen el hipotálamo, para que “sepa” precisamente eso, que estás comiendo. Y por otro lado, tu hipotálamo también tiene más tiempo para percibir otra serie de señales que llegan desde tu cara y su musculatura y que le informan, de nuevo, acerca de la actividad que está ocurriendo en tu boca –estás masticando. Todo ello estimula tu sensación de saciedad.

¿Y comer más despacio me ayuda a hacer mejor la digestión? Generalmente, si comes más despacio es casi seguro que masticas más los alimentos y los ensalivas mejor, algo así como empezar a digerir lo que comes en la misma boca y “precocinar” tu digestión estomacal, lo que facilitará tu digestión completa.

En resumen, comer más despacio te sacia más y te ayuda a digerir mejor tus comidas. Si te interesa profundizar sobre estos temas, puedes leer Cómo dejar de comer compulsivamente.

Ahora al grano. ¿Quieres reducir tu velocidad a la hora de comer? Te propongo tres ejercicios:

1. Cuenta las veces que masticas. De veras, cuéntalas. Y no bajes de unas veinte o treinta masticaciones para cada bocado. Al principio es un ejercicio bastante duro, porque estás acostumbrado a comer a toda velocidad, aparte de que otras partes de tu cuerpo te están invitando a comer con ansia. Cálmate, respira y cuenta. Una, dos, tres, cuatro,… así, como mínimo hasta veinte. Y entonces tragas y a por el siguiente bocado.

2. Entre bocado y bocado, deja los cubiertos en el plato. No comas siempre con los cubiertos en la mano. Lo habitual es estar masticando un trozo de bistec y al mismo tiempo ya estar cortando el siguiente. Incluso a veces vuelves a llevarte otro trozo a la boca antes de haberte tragado el primero. Cambia este hábito.

Cortas un trozo, te lo metes en la boca y sueltas tenedor y cuchillo. Cuentas hasta veinte o más. Tragas. ¿Ya no queda nada en la boca? Coge los cubiertos y vuelve a empezar.

3. Respira entre bocado y bocado. Es decir, sumado a todo el proceso anterior, justo antes de volver a coger los cubiertos haz algunas respiraciones o, como mínimo, respira profundamente una vez. Esto no sólo sumará un factor más de ralentización a la comida, sino que te ayudará a mantener la atención en el propio acto de comer.

Como ves, las estrategias que puedes seguir para comer más lento y masticar más y mejor pueden ser muy diversas. Yo te he dado una base, pero tú puedes darle rienda suelta a tu imaginación. Puedes jugar a intercalar conscientemente el lado por el que masticas, por ejemplo, una vez a la izquierda, otra vez a la derecha.

Y claro, nada más leer estos ejercicios puedes haber pensado “uff, comer así se hace eterno”. Pero precisamente es eso lo que buscamos, comer más despacio para disfrutar más de la comida y ser consciente –darse cuenta– de que realmente estás comiendo. Lo importante es que mastiques lo suficiente para que se activen tus señales mecánicas y hormonales de saciedad y los alimentos lleguen “predigeridos” a tu estómago.

Por cierto, no sé si te habrás dado cuenta, pero estos ejercicios también te sirven para practicar mindfulness mientras comes.

¡Buen provecho!