Hoy quiero hablar sobre las incongruencias. ¿Qué significa incongruencia? Es, sencillamente, falta de coherencia en actitudes, conductas y creencias. Por ejemplo, decir lo opuesto a lo que pensamos y hacer lo contrario de lo que decimos. De ahí el famoso refrán “haz lo que yo diga pero no lo que yo haga”. ¡Qué sabio es nuestro Refranero Popular!
¿Por qué quiero hablar de las incongruencias? Pues porque a pesar de que soy una persona cargada de defectos (como todo ser humano que se precie) me considero bastante coherente, o por lo menos intento serlo. Y tener que tragar con una clara falta de coherencia, en algunas áreas de nuestra sociedad actual, simplemente me fastidia.
Algunos ejemplos de incongruencias que me molestan son: los restaurantes de comida rápida que son lentos en servirte, los autoproclamados amantes de los animales que compran una mascota en lugar de adoptarla, y los curas pedófilos. Con la última no quiero entrar en detalles, que me enciendo…
Pero hay 3 incongruencias en concreto en las que me quiero explayar y son las que detallo a continuación:
LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN
¿Cómo resolver esta incongruencia? Yo propongo 3 alternativas, que son bastante más coherentes que la que está en vigor:
1) Eliminar la asignatura de Religión de la educación pública (aquella que también pagamos los españoles ateos, musulmanes, judíos, budistas, cienciólogos…)
2) Modificar la Constitución para proclamar el Catolicismo como religión oficial.
3 ) O que en los centros educativos públicos se impartan todas las demás religiones que se profesan en España.
Hala, ¡a llorar a la guardería!
La zona azul
Otra incongruencia con la que me siento realmente incómoda es la dichosa… ZONA AZUL
Encima, el argumento para aplicar esta ordenanza del infierno es que “se agiliza la rotación de vehículos y así es más fácil encontrar aparcamiento”. ¡Y un huevo! (con perdón de la expresión)
O sea, que me estás haciendo un favor ¿no? Me haces pagar por algo que antes era “gratis” (que ya pago a través de otros impuestos) ¿y además te tengo que dar las gracias?
Y otra cosa… si limitas el tiempo de estacionamiento a 2,5 horas (para favorecer el aparcamiento y con ello al ciudadano) pero me das la opción de seguir pagando y prolongar así mi aparcamiento por tiempo ILIMITADO ¿no estás anulando el argumento en el que te fundamentas para aplicar esta medida? ¿Y no me estás OBLIGANDO a abandonar mi puesto de trabajo, o mis quehaceres (sean estos los que fueren) para echar más moneditas a la máquina y evitar así la maldita multa de 30 eurazos? ¿Y no estás provocando que los que menos tienen no puedan aparcar en determinadas zonas de la ciudad?
Mira inventor de la zona azul, solo puedo decirte que espero que la vida te dé su merecido y en algún momento de tu paso por este mundo te hagan pagar por respirar… ¡a ver cómo te sienta!
¿Cómo resolver esta incongruencia? Mi propuesta al respecto es clara y concisa: Declarar ilegal la zona azul, loco al que la inventó y cabrón al que la aprobó.
La arruga es bella
Por último, ahora que ya estoy “calentita”, me voy a meter en un tema algo peliagudo. La madre de las incongruencias… LA ARRUGA ES BELLA
Este mensaje de finales de siglo XX caló hondo en el mundo de la moda y la publicidad; incluso llegamos a creer que los que se apropiaron de esta frase creían en sus palabras y trabajarían para modificar los estrictos cánones de belleza en los que ellos mismos nos habían encorsetado décadas atrás… nada más lejos de la realidad.
En pleno 2015, me podéis explicar ¿por qué una modelo “curvie” gana (y trabaja) menos que una 90-60-90 cuando el 95% de las mujeres “normales” NO USAMOS una talla 36? ¿por qué las cremas anti-edad no conocieron los azotes de la crisis? ¿por qué empleamos la palabra “viejo” como un insulto o desprecio?
La solución a tanta incongruencia no debe ser sencilla, y de hecho la ignoro.
Creo que tendríamos que empezar por ser un poco menos superficiales y darle valor a las cosas y personas por lo que son y no por lo que valen o aparentan. Pero mientras el mundo se revoluciona por el color de un controvertido vestido (que por cierto, es dorado y blanco), yo me sigo preguntando por qué ya ni nos inmutamos cuando miles de personas mueren cada día por el color de una bandera, de un uniforme o de su propia piel.
Ahí lo dejo.