Mike Nelson, I, Impostor, 2011. Pabellón británico Bienal de Venecia. Foto: Camilayelarte
Mike Nelson, I, Impostor, 2011. Pabellón británico Bienal de Venecia. Foto: Camilayelarte
Mike Nelson, I, Impostor, 2011. Pabellón británico Bienal de Venecia. Foto: Camilayelarte
I, Impostor de Mike Nelson en el pabellón británico me dejó estupefacta, es una instalación arquitectónica, la recreación de un espacio (una obra que ya creó para la Bienal de Istanbul en 2003) dentro de otro, que a través de la sucesión de distintos ambientes va narrando una o múltiples historias. Desde fuera, el pabellón británico no era más grande que los demás, pero la sensación de laberinto arquitectónico en el interior del edificio era impresionante. No sabría decir muy bien dónde estuve, una especie de almacén en abandono, una sucesión de espacios habitados por distintos materiales que nos dan la clave para deducir: una lámpara de araña destrozada con sus lágrimas sobre la mesa, un antiguo taller, el estudio de un fotógrafo, incluso un patio interior cuya luz natural, la de Venecia, conseguía remitir a algún lugar del Mediterráneo.Christian Boltanski, Chance, 2011. Pabellón francés. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Chance de Christian Boltanski, en el pabellón francés, es una de esas instalaciones inquietantes que tan bien sabe crear el artista francés. La sala principal es como la sala de estampación de un periódico, una estructura de metal hace correr "ediciones" de niños, fotos de bebés (sacadas de un periódico polaco y no de un anuncio de prenatal), una especie de máquina que crea en serie, niños lanzados a la vida humana dispuestos a recorrer el camino hacia un destino ignorado. De repente una campana suena, en las salas adyacentes unos números en rojo indican las muertes por minuto, los que están en verde, los nacimientos. Es todo cuestión de Chance, unos nacen y viven y otros no. Pero la vida también es juego y Boltanski nos deja jugar apretando un botón para hacer coincidir las tres partes de la cara de un bebe o de un adulto, lástima que uno no acierte y acabe configurando una especie de Hombre Elefante.
Vista exterior del pabellón alemán, construido durante el III Reich. Foto: Camilayelarte
Christoph Schlingensief, A church of fear vs The Alien within, 2010. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Christoph Schlingensief, A church of fear vs The Alien within, 2010. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
La obra de Boltanski siempre me ha parecido profundamente turbadora, pero para turbación la del proyecto de Christoph Schlingensief A church of Fear vs. The Alien within en el pabellón alemán. Se trata de una instalación que hace referencia a la vida personal del artista. Schlingensief murió en agosto pasado a consecuencia de un cáncer. Pues bien la experiencia del dolor, la perspectiva cercana de la muerte y su vida pasada como monaguillo son la materia para poner en escena una impactante reproducción de una iglesia (la de su infancia) que a modo de obra de arte total escenifica a través de instalaciones de vídeos, objetos y pintura su personal experiencia y camino hacia la muerte. No hay nada en toda la Bienal que provoque más perturbación en el público.
Thomas Hirschhorn, Crystal of Resistance, 2011. Pabellón Suizo. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Thomas Hirschhorn, Crystal of Resistance, 2011. Pabellón suizo. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Thomas Hirschhorn, Crystal of Resistance, 2011. Pabellón suizo. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Y finalmente el fantástico submundo de cristal de Thomas Hirschhorn, Crystal of resistance, en el pabellón Suizo. Con un planteamiento totalmente distinto al de Mike Nelson, pero provocando un efecto similar de construcción de un mundo aparte, suspendido en una existencia paralela, Hirschhorn crea un universo de cristales rotos y cinta aislante que bien podría ser el planeta criptonita. En el interior de una madriguera nos invita a reflexionar sobre temas tan poco banales como el amor, la filosofía, la política y la estética, todo ello bien envuelto en un atractivo y reconfortante papel de plata.
Tabaimo, Teleco-Soup, 2011. Pabellón de Japón. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Tabaimo, Teleco-Soup, 2011. Pabellón de Japón. Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Yoshi, Solaris, 2011. Pabellón de Venezuela, Bienal de Venecia 2011. Foto: Camilayelarte
Aún a riesgo de hacerme pesada no quiero dejar de decir que tras los top four que acabo de mencionar, los pabellones de Japón, con el proyecto de Tabaimo y Venezuela con tres artistas muy distintos entre sí pero que reflejan diversas aproximaciones a lo contemporáneo, también me gustaron mucho. En cuanto a Lo inadecuado de Dora García, sólo diré que no tuve la paciencia de esperar a la performance, con esto basta.
Lo mejor: Hirschhorn
Lo peor: Queda feo decirlo, siempre me han dado pena los últimos de Eurovisión.