Obviamente, el cambio en nuestras vidas con un bebé es grande, pero más que nada porque ella pasa a ser tu prioridad más absoluta. Cambia los sentimientos, las preferencias, las rutinas y las preocupaciones. Relativizas todo mucho más y la escala de tus valores y principios queda más clara que nunca. Pero por suerte, nuestra vida y costumbres en pareja siguen igual, solo que ahora siendo dos más un carrito allá a donde vamos. Porque seguimos saliendo a comer con familia o amigos, a cenar, tenemos nuestro ratito de sofá y series por la noche, hemos hecho alguna escapada y ya estamos planeando las vacaciones, podemos desayunar los dos tranquilos y al ratito, ya reclaman nuestra atención ;) Será que la peque es muy muy muy buena y con nosotros nunca llora, además de comer y dormir fenomenal. Y eso, nos ha facilitado mucho la adaptación a nuestra nueva vida.
Sin duda, es lo mejor que hemos hecho hasta la fecha con muuuuucha diferencia! ^_^
Además, por mi parte, el seguir con ella las 24 horas del día me parece todo un lujo. Asomarme a su cuna cuando se despierta por la mañana y me da su primera sonrisa, el ratito de juegos, el cabreo que coge cuando le limpio la cara, las pedorretas, ver cómo aprende a hacer la croqueta y a mantenerse sentada, los paseos por la tarde con papá, las primeras papillas, sus dos nuevos dientes de ratona y el baño por la noche mientras chapotea como una loca.