- Dieta:
- Comer sano, evitando las comidas que sobrecargan a nues
tro organismo con pesadas digestiones u otras consecuencias negativas
(obesidad, colesterol, etc.) - Usar el tiempo de comer como momento de descanso y ruptura con nuestras actividades profesionales.
- Es bueno aprovechar la comida para hacer vida social y familiar.
- No abusar del alcohol en las comidas.
- Descanso:
- Dormir en torno a ocho horas.
- Tomar vacaciones y fines de semana como tiempo de ocio y descanso.
- Fomentar las relaciones sociales como alternativa al trabajo.
- Dejar el trabajo en la oficina (tanto los papeles, como las preocupaciones).
- Ejercicio físico:
- La práctica moderada de algún deporte o ejercicio físico ayuda a relajarnos.
- Caminar todos los días por al menos quince minutos.
- Utilizar las actividades de ejercicio físico para distraernos (naturaleza) y amenizar nuestros pensamientos charlando relajadamente con familiares o amigos.
- Organización:
- La organización del tiempo y de nuestras actividades estableciendo
horarios es fundamental para: descansar, no estar preocupados, no sufrir continuos sobresaltos y olvidos importantes, por una mala planeación.
- Solución de problemas y toma de decisiones:
- No dejar pasar los problemas, afrontarlos de una manera más activa o más pasiva, pero decidiendo qué es lo mejor en cada caso.
- Tomar decisiones siguiendo un proceso lógico, para ello es necesario hacer un planteamiento del problema, análisis de alternativas (pros y contras), elección de la mejor alternativa o la menos mala. No volver atrás.
- No analizar continuamente el problema o las alternativas; esto produce ansiedad.
- Interpretación de situaciones y problemas:
- El estrés que nos produce un problema o situación depende de las consecuencias que prevemos, pero a veces exageramos las consecuencias negativas (hipervaloramos la probabilidad de que ocurrirá algo malo, hacemos un análisis catastrofista de las
consecuencias, realizamos una interpretación negativa de una situación ambigua, llevamos a cabo anticipaciones negativas y empezamos a sufrir un problema que no existe, etc.) - Si estamos nerviosos no preocuparnos por ello: entender que es natural, la ansiedad es tan natural como el miedo, la alegría o el enfado, y no preocuparnos aún más porque estamos activados o nerviosos.
- Actuar con naturalidad, no evitar los problemas, no estar preocupados por lo que los otros puedan pensar de nosotros o de nuestro problema.
- No añadir elementos accesorios al problema.
- Atribuciones y autoestima:
- Si hemos hecho bien una cosa, reconocer nues
tra propia autoría y felicitarnos por ello (no ha sido la suerte, sino nuestro esfuerzo y
nuestra capacidad). - Si hemos hecho mal una cosa, reconocer que hemos actuado mal en esta ocasión, analizar nuestros errores y corregirlos, sin culpas, sin pensamientos negativos sobre uno mismo (“esta vez lo he hecho mal, debo corregirlo”).
- Es bueno querernos y tratarnos bien.
- Relaciones con los demás (pareja, amigos, compañeros, familia, etc.):
- Reforzar las conductas positivas de las personas de nuestro entorno,
con aprobación, halagos, sonrisas, pequeños detalles, etc. - Corregir las conductas negativas de las personas de nuestro entorno, dándoles la información a tiempo y nuestra desaprobación, pero sin broncas, sin culpas, ni otros castigos.
- No sacar continuamente los problemas del pasado, las culpas de los demás (ya los perdonamos).
- Entrenamiento específico en técnicas de control de ansiedad y estrés:
- Practicar la relajación con cierta frecuencia en los momentos en que nos encontramos peor, dedicándonos así un tiempo a nosotros mismos.
- Leer algún libro bueno de autoayuda para aprender a pensar bien,
eliminando algunos pensamientos erróneos, ideas irracionales, etc., que nos estresan. - Exponerse poco a poco a las situaciones que tenemos pánico.
- Aprender a decir NO. Cuesta mucho, pero sabemos que es mejor decirlo.
- Practicar nuestras mejores habilidades sociales.
- Si tenemos dificultades y no sabemos poner en marcha estas actividades que nos pueden ayudar a controlar nuestro estrés o reducir nuestra ansiedad, entonces es necesario ponernos en manos de un buen especialista. Si seguimos sus indicaciones, nos ayudará a recuperar la salud y bienestar.
No podemos elegir nuestras emociones. No se puede simplemente desconectarlas o evitarlas. Pero está en nuestro poder conducir nuestras reacciones emocionales, por ejemplo: el deseo o la lucha por formas de comportamiento aprendidas, crítica, discusión o ironía.
Manejar nuestras emociones de manera inteligente depende de nuestro nivel de Inteligencia Emocional.