El primer día de escuela, Ju Pequeñita llevaba rulos en su pelo largo, y media cola que le tiraba los ojos como para quedar parecida a una niña china. No estaba asustada, más bien ansiosa, como se ponía cada vez que iba a hacer algo fuera de lo común, como ir al kiosco o al médico. Esas cosas le hacían sudar mucho las manos.
El guardapolvos impecablemente blanco, de esos que tienen un cinturón que se atan atrás. La cartuchera llena de colores nuevos. La primer hora de clases, les hicieron pintar un dibujito de un conejo con una canasta. Ju Pequeñita pensaba mientras pintaba de verde agua el pasto "Ésta pavada nos hacen hacer? Yo quiero escribir!". Estaban Fernando y Martín, los conocía del jardín. A los otros chicos no los conocía, y entre ellos se hablaban mucho, parecía que también habían ido juntos al jardín, al otro, "al 14". Tocó el timbre. La mamá le había dicho que cuando sonaba el timbre, todos salían de las aulas al patio a jugar un rato, y que si tenía ganas ése era el momento que tenía que aprovechar para ir al baño. Pero eso también le daba ansiedad, le transpiraban las manos de solo pensar en ir a un lugar que no sabía dónde quedaba, "Y si después me confundo de aula?", pensaba. Se sentó en el piso, al lado de la puerta. Miró al rededor, habían muchos varones que corrían por todo el patio, se tironeaban de la ropa, le pareció muy rudo. De repente vino Martín, a mostrarle con la boca abierta completamente, su Bon o Bon todo masticado. Y del otro lado de la puerta, había una nena delgada y paliducha, de ojos hundidos, vestida con guardapolvos de varón y un pantalón de gimnasia gris. Ju Pequeñita se le sentó al lado, y le preguntó cómo se llamaba. La niña escuálida le dijo que se llamaba Victoria. -"Querés ser mi amiga?" - Ju Pequeñita no tenía habilidades sociales, y no las desarrollaría mucho más a lo largo de su adolescencia. -"Pero yo ya tengo una amiga, es la que está allá"- señaló Victoria a una chica alta y machona que estaba pateando a un niño más pequeño que ella. -"No importa, se puede tener muchas amigas".-"Ah, bueno, entonces si".
Volvió a sonar el timbre, entraron al aula, juntaron sus bancos. Y luego se rieron cuando un chico cabezón que se llamaba Carlos, se hizo pis por no haber ido al baño en el recreo.