Las personas infectadas con el VIH o que padecen SIDA, hoy en día viven mucho más tiempo y más sanamente que nunca, pero aun así saben que tienen una enfermedad crónica que es potencialmente fatal y conlleva un gran estigma social.
Vivir con el VIH en estos días es controlable. Mientras la persona afectada cuide de sí misma, se alimente bien, mantenga sus niveles de estrés relativamente bajos, se ejercite regularmente y toma la medicación debida, se puede esperar una larga y buena vida.
Pero a pesar de los avances médicos, la carga mental que implica esta enfermedad sigue siendo fuerte.
El estigma es enorme aún. Mucha gente todavía asocia al VIH y al SIDA como una enfermedad del ámbito homosexual, lo cual no es para nada cierto. Muchos hombres heterosexuales con la enfermedad luchan contra esta idea porque no quieren ser vistos como homosexuales.
Por otro lado, muchas de las personas afectadas con la enfermedad lidian con otras condiciones que no tratan correctamente. Pueden verse luchando contra enfermedades mentales o abuso de sustancias, y aunque la medicación para el VIH sea tomada, existen muchos otros problemas detrás.
Además, el VIH o SIDA, puede tener un gran impacto financiero en las personas, particularmente si la infección fue detectada tardíamente y han sido incapacitados por esta.
Todo esto es difícil tanto para los pacientes como para las familias. Mucha gente siente que no puede compartir su situación con nadie.
En cuanto a las relaciones amorosas, gran cantidad de pacientes se cierran por completo por miedo a lo que pueda ocurrir. Luego se sienten solos y aislados.