Pintura: Anh Duong
Una mañana le prestó atención a la imagen que le devolvía su espejo. Era la cara de una deconocida con una tristeza infinita en los ojos. Tenía 50 años y era lógico que la ley de la gravedad impusiera sus reglas, pero aquella mirada demasiado triste y apagada sólo podía reflejar una enfermedad del alma. Las enfermedades se curan si el paciente colabora, reflexionó, y ensayó, a través de esa triste mujer que la miraba de frente, varias sonrisas que le resultaron patéticas. ¿Cómo se podía sonreir sin alegría en el corazón?
Fragmento de "Máscaras de papel"
de Carmen Falcón