Fotografía de Sarah Korf
En primer lugar, porque la reevaluación ha consistido en revisar todo lo publicado hasta el momento y escuchar a "todas las partes"; es decir, más de lo mismo. Como ya he comentado en las entradas dedicadas al aspartamo, la mayoría de los estudios que avalan la inocuidad de su consumo son aquellos encargados "a medida" por la propia industria o por entidades gubernativas que también podrían tener intereses en el asunto. Sin embargo, los estudios llevados a cabo por laboratorios o instituciones independientes son los que, en muchos casos, han obtenido resultados preocupantes.De otro lado, lo que faltan son investigaciones que estudian los efectos producidos por la interacción de distintos aditivos. La mayoría de las veces se analizan las consecuencias de cada aditivo de manera aislada, pero en la realidad los consumidores los tomamos conjuntamente, lo que también podría generar efectos indeseados.
En segundo lugar, como también mencioné en su momento, la autorización del aspartamo en Estados Unidos se logró gracias a las maniobras políticas del presidente Ronald Reagan y su amigo Donald Rumsfeld, a pesar de que los estudios iniciales presentados por el laboratorio que lo descubrió para lograr su aprobación, fueron rechazados por haber sido manipulados, e incluso fueron objeto de denuncia judicial. Curiosamente, esa denuncia se guardó en un cajón hasta que pasaron los plazos y el asunto quedó prescrito. El fiscal encargado del caso, y que se olvidó la denuncia sobre el tema del aspartamo, luego fue fichado por el poderoso bufete de abogados que trabajaba para Searle, el fabricante de este edulcorante.
Dos personas disfrazadas de vaca protestan en la FDA
para que en Estados Unidos no se autorice el uso del
aspartamo en la leche / SumOfUs.org
Y tercero, porque durante años aseguraron los defensores del aspartamo que era absolutamente inofensivo, pero no tuvieron más remedio que reconocer que, al ser una fuente de fenilalanina, puede ser perjudicial para quienes padecen fenilcetonuria, una enfermedad hereditaria poco frecuente. O sea, que ya no es absolutamente inofensivo para todo el mundo... ¿Quién me dice que no puede haber más sorpresas de este tipo en el futuro?
Así que yo también he realizado una reevaluación de toda la información a mi alcance sobre el aspartamo: su oscura autorización inicial en Estados Unidos, los muchos estudios que apuntan a posibles consecuencias sobre la salud, los intereses de las personas que integran los comités de las agencias de salud alimentaria, el fenómeno de las "puertas giratorias"...
Sirva este vídeo de recordatorio (a partir del minuto 46)
El resultado de mi reevaluación personal es que pueden publicar uno y mil estudios que avalen que el aspartamo es como el agua bendita, pero yo seguiré evitándolo siempre que pueda porque su historia está plagada de multitud de dudas, y hay un hecho cierto: en los últimos treinta o cuarenta años la incidencia de cáncer no ha dejado de aumentar, y hay nuevas enfermedades neurodegenerativas que antes apenas sí existían. No sé si será por el aspartamo o por otra causa, pero ante la duda prefiero no tomarlo.