ABIERTA LA VEDA. (y III)

Por Carlos

Es curioso que el mecanismo que al parecer tiene por objeto controlar algunos recursos para poder disfrutar de ellos tanto en el presente como en el futuro, no se aplique al sistema sanitario.

Prestaciones sanitarias, farmacia, recursos humanos, instalaciones, proyectos, planes… ya han sido objeto de recortes y ahora les toca a las prestaciones que llamamos no asistenciales.

El listado de recursos “no puramente asistenciales” puede ser mas o menos largo y no solo incluye la clásica hostelería, sino que rizando el rizo podemos llegar hasta donde queramos.

Prestaciones que ya se cobran:

La televisión

La copia de las pruebas complementarias como las radiológicas ¿no se supone que son del paciente?

El corte de pelo

El afeitado

El transporte no urgente (con la nueva normativa)

Prestaciones no asistenciales que podrían cobrarse:

La comida y el resto de la restauración

La vestimenta

La lavandería

La climatización (frio y calor)

El uso del teléfono

La biblioteca o zonas de lectura

La estancia en la zona común de estar

La cuña

La cama, el armario y la mesilla

El agua fresca en verano

La electricidad de los enchufes para la máquina de afeitar o el ordenador…etc

Las escuelas, los juegos y los payayos en el caso de pediatria

La ortopedia (muleta, silla de ruedas…etc de uso interno por el hospital)

El listado es amplio, pero la pregunta es ¿se considera supérfluo? ¿prescindible? ¿puede el paciente traerlo de casa? ¿es necesaria la supervisión de la dieta como parte del tratamiento para el mejor desenlace de la patología? ¿no sería mas adecuado fomentar la hospitalización domiciliaria para ahorrar esos costes?

Si cobramos por actividades o recursos no asistenciales ¿no deberíamos de indemnizar por el padecimiento de una infección hospitalaria?

¿Estableceremos criterios de descuento en función de renta, número de hospitalizaciones, recaidas, reingresos y utilizaremos sistemas de bono-hotel?

¿Podría el paciente elegir el tipo de atuendo y la orientación de la apertura del camisón (hacia adelante o atras) y las características de la habitación que se le va a cobrar, como se hace actualmente con el menú?

¿Ofreceremos menú y carta de restauración?

¿Habrá ropa de marca y marcas blancas?

¿Existirán descuientos por habitación doble o sencilla, o volveremos a las salas de 20 pacientes mas económicas?

¿Estableceremos la libre eleccion de especialista dentro del hospital?

¿La factura dependerá de la categoría del hospital… primario, secundario, terciario… es decir 1, 2, 3 o 4 estrellas?

Yo personalmente me volveré loco, si no lo estoy ya.

¿Disfrutará el paciente de algún tipo de descuento o compensación en dependencia de que le vean, le exploren, le diagnostiquen uno o varios profesionales según si el hospital en cuestión es universitario (tiene alumnos) o docencia (residentes) o supondrá un sobrecargo?

Todas estas cuestiones pueden parecer baladís pero el paciente las sufre de una forma distinta a como las vemos desde el `punto de vista profesional o político.

Cuestiones como esta y otras que hasta ahora hemos considerado necesarias para la prestación de los servicios asistenciales, están en el punto de mira.

Se abre la veda.