Aceptando la propia imperfección

Por Valedeoro @valedeoro

Hoy me he levantado a las 9:30, unas tres horas más tarde de lo que requiere mi planificación diaria que asegura que llegue a mis metas. No he meditado antes de que salga el sol, no he escrito esta entrada antes de salir de casa, no he avanzado con el libro que estoy preparando para ti. Mi inbox no está cero, y mi lista de tareas se ríe a carcajadas, las ideas se me acumulan y probablemente no me dará tiempo para cocinar.

O sea, si pensabas que mi vida andaba a ritmo de reloj suizo, organizado a la perfección como si eso fuera cuestión genética, te tendré que decepcionar. Soy más parecida a ti de lo que te imaginas.

Mito y realidad

Estoy consciente que proyecto la imagen de una mujer muy productiva, con un enfoque claro y una disciplina de hierro. Aunque quizás la única diferencia sea de que he decidido conscientemente cuáles son mis prioridades y lo que quiero conseguir.

Hay días que me da pereza salir de la cama, especialmente cuando hace frío.

Como chocolate a escondidas.

Hay semanas que no corro ni un km.

Hace un mes que no voy al gimnasio.

Soy capaz de pasarme horas y horas navegando en internet, para “investigar” un tema que me interesa, acabando con 74 pestañas de navegador abierta. Estas ventanas se quedarán abiertas como mínimo un mes por si acaso. Y mientras tanto me olvido de responder el examen del curso actual de Coursera.

Desde que tengo despacho, mi alimentación es pésima. Lo del tupper saludable se me resiste.

Productividad, humanidad y prioridades

A pesar de mis limitaciones consigo avanzar con este blog, escribir entradas para blogs amigos, preparar tareas y explicaciones para mis cursos, mis grupos de mentoría y mis clientes individuales. A pesar de no cumplir siempre con mis propias expectativas, soy capaz de inspirar a otras personas.

Quizás no es “a pesar” sino “gracias a”. Gracias a mis limitaciones sé que es posible realizar los propios sueños, de seguir adelante con tus planes, de buscar tu lugar en este mundo. Gracias a mis expectativas exageradas, te puedo ayudar a diseñar un plan real que te ayudará a cumplir tus propias expectativas un poquito más.

A mi cerebro perfeccionista le cuesta aceptar de que los errores, las imperfecciones y los intentos fallidos son lo que me ayudan a crecer, a superarme y a convertirme en una persona mejor. Mi alma humana entiende de que es esta imperfección que me permite conectar contigo y acompañarte un trozo del camino, aunque sea en format de una entrada divertida o una lección aprendida.

Hoy quiero compartir esto contigo: no eres perfecta. Ni yo tampoco. Ni nadie. Habrá días en las que te sientes dueña del mundo y habrá días en las que te levantas con tres horas de retraso, o con resaca, o con un sueño increíble. Habrá días en las que tres horas rinden como un mes entero y habrá días que ni tienes energía ni para revisar tus emails.

Es normal. Es humano. Y aunque no lo puedas prevenir lo puedes aceptar y seguir adelante a pesar de los retrasos acumulados, el cansancio o la pérdida intermitente de ilusión.

Escribí esta entrada a pesar de los retrasos de hoy, a pesar de no haber cumplidor on mis propios exigencias. Porque tú eres una de mis prioridades. Y quiero que sepas que no estás sola este mundo.