La vitamina B9, también conocida como ácido fólico, es uno de los nutrientes esenciales a lo largo de un embarazo saludable. El ácido fólico –o simplemente “folato”- está presente en una amplia variedad de alimentos, como vegetales de hoja (color verde oscuro), coles, espinaca, naranjas y cereales enriquecidos. El consumo de ácido fólico no solo es importante durante el embarazo sino también antes del momento de la concepción.
Los problemas más graves que puede causar un déficit de ácido fólico en la dieta de la mujer que transita por un embarazo son la anencefalia y la espina bífida (dos problemas del sistema nervioso). Estas dos problemáticas están asociadas a defectos en la formación del tubo neural. Los niños cuyas madres no consumieron cantidades adecuadas de ácido fólico durante el embarazo tendrán problemas para desarrollar su cerebro por completo (anencefalia) y, en algunos casos, pueden nacer muertos o morir algunas horas después del parto. La espina bífida, por el contrario, se manifiesta en distintos niveles de gravedad que pueden ir desde una escoliosis (inclinación de la columna de tipo lateral) hasta discapacidad grave. Un 30% de los niños que nacen con espina bífida, por lo demás, sufrirán alguna clase de retardo mental (de leve a severo).
La importancia del consumo de ácido fólico durante el embarazo es más grande de la que muchas personas suponen. Considerando que este nutriente tiene un lugar clave en el desarrollo del feto incluso antes del período de gestación (desde la fecundación del óvulo), y considerando que solo la mitad de los embarazos son deseados, es razonable aconsejarles a todas las mujeres en edad reproductiva que incrementen su ingesta de ácido fólico llevándola a los valores normales. Las mujeres no embarazadas deberían consumir un mínimo de 0.4mm de ácido fólico al día. Aquellas que estén atravesando un embarazo, en cambio, deberán llevar la dosis mínima de ácido fólico a 0.8mm.