El ácido hialurónico está presente de forma natural en todos los organismos vivos, y es un componente universal de los espacios existentes entre las células de los tejidos (espacio extracelular). Es un polisacárido con una estructura química idéntica, independientemente de que se encuentre en el cuerpo de una simple bacteria o de un ser humano. Puede encontrarse en muchas zonas del organismo, como por ejemplo en:
la piel, en donde crea volumen (sin el ácido hialurónico, la piel estaría seca, marchita y arrugada),
el cuerpo vítreo, donde da forma y volumen a los ojos,
en los cartílagos, huesos y líquido sinovial (fluido viscoso que se encuentra en las articulaciones), en los que tiene el papel de lubricante, de material de absorción de los golpes y de filtro, entre otros casos,
en los vasos sanguíneos del cordón umbilical, cuya función consiste en permitir que no se interrumpa el contacto entre la madre y el feto.
De todo esto, se podría decir que el acido hialurónico actúa como un auténtico guardián de la hidratación del cuerpo humano. Tiene una impresionante capacidad para absorber grandes cantidades de agua, almacenando la humedad, como si de una esponja se tratase.
La piel se mantiene joven, tersa y con un aspecto saludable gracias a la producción de colágeno, elastina y ácido hialurónico. Aunque sea difícil de creer, a partir de los 25 años, la disminución de estas sustancias llega a un 70%. Cuando envejecemos, disminuye la cantidad de ácido hialurónico de la piel, dado que las células cutáneas van perdiendo su capacidad de producción.
Las zonas en dónde se hace más evidente esta falta de hidratación son: el cutis, el cuello y el escote.
Resumiendo, las propiedades del ácido hialurónico son:
Asegura los niveles adecuados de hidratación de la piel, especialmente en las pieles más maduras.
Proporciona un efecto de “relleno” en las arrugas cutáneas.
Estimula la circulación periférica, revitalizando el ciclo celular y favorece la producción de sustancias de la dermis como el colágeno.
Es capaz de crear volumen en zonas en las que la producción natural de ácido hialurónico han disminuido por la edad.
Estos han sido algunos de los factores que han contribuido a que el ácido hialurónico sea el ingrediente estrella de los más prestigiosos tratamientos anti-edad de la actualidad.
Por vía interna, el ácido hialurónico puede ser estimulado mediante la ingesta de algunos alimentos ricos en almidones (un tipo de hidratos de carbono) como las patatas, el arroz, o algunas frutas como el mango, la papaya y el aguacate. Aunque no os esperéis milagros. Tendríais que comer kilos de patatas para producir el ácido hialurónico suficiente como para mejorar la textura de una piel algo envejecida.
Los fitoestrógenos (alimentos ricos en soja) también ayudan a la producción del ácido hialurónico. Durante la menopausia y el climaterio, la producción de estrógenos baja significativamente, siendo una de las causas de la flacidez y envejecimiento en las mujeres durante esta etapa de la vida.
El ácido hialurónico también puede ser administrado mediante mesoterapia (normalmente con vitaminas), en infiltraciones o inyecciones de relleno que sirven para rellenar desde las pequeñas arrugas hasta las más moderadas, o para ayudar a reparar pérdidas de volumen facial que se agravan con el tiempo. Pero este tema lo dejo para otro post….
Besos desde mi blog!!!