Claro que, por la misma regla de tres, no me queda más remedio que hacerme responsable de lo que entiendo. Que a lo mejor lo procesé demasiado deprisa o apliqué mis sesgos particulares...
Y si no, preguntar antes de decidir que no estamos de acuerdo. Por si acaso fueran innecesarios los malos entendidos que no hacen más que separar lo que,de natural, está junto y unido.