Acobardao

Por Saludyotrascosasdecomer

Los años me han acobardao. No es que de joven fuera muy valiente, que no lo era; pero no me daba miedo, como ahora, quedarme solo en esta casa tan grande. Usted es joven aún; pero ya verá, ya. La vejez es lo que sucede cuando el mundo, los objetos del mundo, los lugares del mundo, las personas del mundo cada día están un poco más lejos y uno tiene que aguantar el dolor y buscar dentro lo que no se alcanza fuera. Estoy muy acobardao, oiga. Mucho. Tengo miedo de morirme y que estos gatos me coman las entrañas. Tengo miedo de tumbarme en la cama y, como le pasó hace días a Fermín, no volver a levantarme. Si yo pudiera, sabe usted, cerrar los ojos, lo que más querría en la vida sería abrirlos en la ciudad de La Habana y caminar una tarde de domingo, el mes, el que usted quiera, por la vereda de una calle del Vedado sin más rumbo que el que marcara la sombra de los jacarandáes. Mire esa fotografía, mil novecientos cincuenta y siete. Yo tenía su edad ahora. Usted me perdone, pero yo era más guapo. Después llegaron los barbudos y cambió todo. No tenían malas ideas, eran tipos inteligentes. Pero cambió todo. Yo creo que fue entonces cuando empecé a acobardarme.