La cuesta sube hasta la ermita del Cristo de los Remedios y desde allí, el poder divino y el poder terrenal de Jesús Lázaro de Diego (Kirios de Adrada) dominan Adrada de Haza (Burgos). "Vinos de la tierra y de la Vida" es su lema. En el caso de Jesús no hay palabrería ni vanidades. Seriedad, austeridad, trabajo intenso, sentimiento profundo. Sus viñedos están en ecológico desde 1993 y en biodinámica desde 2002. El paso de los años acabará poniendo a cada cual en su lugar y la forma en la que Jesús trabaja sus campos y las uvas recibirá su recompensa. El reconocimiento de los que amamos las cosas auténticas ya lo tiene, tanto con la variedad de uva estrella de la DO Ribera del Duero como con las que embotella como Vino de la Tierra de Castilla y León. Con estas últimas ideó un homenaje a aquello que hace que sus viñedos sean lo que son: el respeto máximo hacia ellos en cada estación del año, consciente de que aquello que la tierra te acaba dando es proporcional a lo que recibe de nosotros. La colección Las Cuatro Estaciones del Año entronca con la más romana tradición del culto a los símbolos de cada una de ellas. Primavera, con albillo, pirulés y flores. Verano, con bobal y trigo. Otoño, con garnacha y hojas caducas. Invierno, con nieve en los campos y monastrell.
Las variedades llamadas "valencianas" en la Ribera son las auténticas protagonistas de esta recuperación de tradiciones vitivinícolas, aquellas que llegaron del Levante hace muchos años y ya nadie considera como de la zona, sobre todo la bobal. Pero Jesús sabe que sí lo fueron y con ellas nos ilumina con dos de los cuatro vinos de la colección (verano e invierno). Desde mi visita en marzo de 2013 (aguanieve caía sobre Adrada...), me quedé prendado de la bobal y la garnacha (otoño). Por casualidad las encontré hace bien poco en La Vinoteque de Terrassa (¡qué tienda tan interesante!) y el recuerdo vivo del Ácrata rosado del 2012 (en marzo de 2013 todavía estaba fermentando y tenía unos sabores...), hizo que me llevara una botella del 2011, que no había probado jamás. Homenaje a los claretes de antaño, este bobal procede de viñedos en vaso de entre 70 y 100 años, despalillada la uva y con fermentación espontánea y natural, sin clarificar ni corregir, la altura (sobre los 900 msnm) y la edad de los viñedos, el cultivo y las largas fermentaciones otorgan un carácter único a este vino. Es un rosado de 14% vendimiado en octubre que necesita aire en la copa y dosis de paciencia. Cuando se abre muestra un estilo largo y goloso, tanto en nariz como en boca. Guindas y fresitas maduras del bosque, cuerpo y untuosidad. Zumo de granado y naranjas sanguinas, madroño y, con el oxígeno, un cuerpo que del volumen pasa casi al estilete. Largo y con un posgusto algo amargoso, trae también recuerdos de higos en sazón y de levaduras. Me costo 6€...