Acuarelas de Alpera. Y un poco de historia - I -

Por José Garrido Herráez

Casa Delgado

   Hay encima de la mesa un proyecto para una posible exposición durante el próximo mes de agosto. Se haga o no, yo ya me pongo con las brochas. En Alpera, uno de los mejores pueblos del mundo, si no el mejor, donde mis pelos largos y yo llegamos con 25 años. Fue mi casa, nuestra casa, y ha sido el único pueblo que he considerado mío. Primero fue Pozo-Cañada, luego 14 meses y un día vigilando al enemigo desde una garita en La Coruña; después Viloví del Penedés, donde el cava, con el —ese sí, que otros no— honorable Tarradellas recién regresado...
   En fin, que he vivido en otros pueblos, como se ve, que los maestros y los militares nos movemos mucho, pero en todos los demás me he sentido como un extraño de paso. Allí estuve viviendo y trabajando de maestro desde 1979 hasta 1992. Bueno, los dos últimos dos años vivía allí pero trabajaba en Almansa, en el Centro de Profesores, como Asesor de Lengua y Literatura. Luego me pasé a Albacete y a la informática, también como Asesor en el Centro de Profesores, cuando el proyecto Atenea, para dar pie a que nos llamaran "desertores de la tiza", que también en este gremio de los docentes, cosa normal en nuestro país, en cuanto asomas la cabeza, te la cortan.
   En aquella época algunos ordenadores empezaban a incorporar un maravilloso disco duro de 20 Mb, aún no tenían tarjeta gráfica y no sabían hacer un redondel en sus pantallas de fósforo verde. El primer módem que conocí venía en una maleta que aún conservo para meter el taladro y las brocas y era de grande como una bacalá más que mediana. Unos años después algunos de mis talludos discípulos de los cursos de informática para docentes levantaban los primeros ratones un palmo de la mesa  para intentar desplazar hacia arriba el cursor por la pantalla. Con los niños, incluso los más pequeños, nunca he visto tal desatino. Como ahora hacen con los antivirus, al comprar uno de mis ordenadores vino como regalo un programa que se llamaba Windows, aunque yo hubiera preferido las inutilidades Norton. Desde entonces para acá inicié mi lenta e inexorable deriva hacia mi actual obsolescencia informática. La lengua y la literatura han cambiado menos y en cuanto me descuido me pongo elocuente. La parrafada que ahora termina es una muestra de ello, seguramente mala.

Desde el cerro del Bosque, donse se encuentra la cueva de la Vieja. Al fondo el Puntal de Meca

Nieve en el Puntal de Meca

   A lo que vamos, que me disperso, cosa rara en mi. Puestos a pintar sobre Alpera, dispuesto a acuarelar sus paisajes, rincones y veredas, que muchos hay merecedores de ello, hago algunas visitas a la zona, muchas fotos y algunos dibujos y bocetos. De paso repaso la historia de la Apiarium romana, —la de las colmenas—, topónimo cuyo origen atribuyen otros al árabe Al-Behera, 'la laguna', lo que situaría en el castillo de San Gregorio, tomado a los árabes en 1243, y La Laguna la ubicación inicial de esta población, antes de un traslado que ocurrió a mitad del siglo XV. O la Alpera de la cueva de la Vieja, la de los cazadores que pintaban en los abrigos de los cerros a sus chamanes y sus arqueros, sus danzas y vivientes bodegones mágicos propiciadores de que los ciervos acudieran a sus despensas; o la Alpera ibérica de Meca, ciudad casi inaccesible, de inmenso tamaño, con graneros, aljibes y caminos que caracolean cerro arriba profundamente excavados en la roca viva donde los carros marcaron las huellas de sus ruedas en un subir y bajar de siglos, enlazando con la Vía Augusta.
   Dios y ayuda le costó a Roma conquistarla y borrar su nombre de la historia. Aunque desde esta ciudad, cuyo topónimo ibérico se desconoce que "murió el onbre et murió el nonbre", se mira al valle donde está Alpera, administrativamente pertenece a la más lejana Ayora, ya en el reino de Valencia, cuyos límites provinciales sin duda marcó un arqueólogo valenciano. La primera noticia que tuve de Meca, la Troya ibérica, fue leyendo el "Tartessos" de Schulten en la benemérita colección Austral. Con posada en Alpera, no sé si ya regentada por los antepasados de mi colega Rosario o por los de mi amigo Luis Piqueras, en los años de la I Guerra Mundial, también el arqueólogo alemán apreció la bondad de su jamón y sus chorizos, de su pan blanco y de su vino —las naranjas serían del reino—, así como lo hospitalario de sus genttes. Porque para subir a Meca, y más antes de haber despejado veinte siglos de escombros en sus profundos caminos, hay que llevar buen almuerzo.

Desde la ciudad ibérica de Meca

De Alpera a Higueruela

   Sirven estas fotos que ahora hago para refrescar la memoria, pues hace muchos años este era mi paisaje. Lo he visto en todas las estaciones y colores; blanco de nieves, encendido de cielos al atardecer, rojo de ababoles, granate de cepas de tintorera, verde de trigos y cebadas, brillante de oros cuando la siega y oscurecido por los nublos, arrasado cuando los granizos y anegado de agua cuando las riadas. Porque este hermoso pueblo no tiene río en plantilla, aunque sí puentes como el del Malecón de regusto cubano, para que las aguas pasen por donde tenían por costumbre discurrir antes de ser derivadas por acequias, regueros y azarbes. Hace casi ochocientos años que las aguas que manan por infinidad de fuentes y veneros  fueron dispersadas por su vega, llegando a mover veinte molinos.
   Llegué a tiempo de ver alguno funcionar, con su molinero blanqueado de harina, como la fantasma. Aún sobran aguas para que una presa levantada en el siglo XVI las detenga y guarde en el pantano de Almansa. Construido en 1584, parece ser el más antiguo de Europa de los que siguen en uso. Comparte tal honor con el de Tibi, iniciado en 1580 y que fue el más alto y mayor del mundo conocido en su época. Doctores tiene la iglesia y no entraremos en esa disputa. Decir que, con sus más y sus menos históricos,  los lugareños de Alpera se llevan bien con quienes en Almansa esperan estas aguas sobrantes monte abajo dice mucho y bueno de los moradores de ambos lugares, pues los regantes sabido es que se avienen a todo menos a la razón. Cierto es que este pantano antañón había caído en un ligero descuido y las aves ya hacían pie, llegando a estar casi colmatado por 600.000 metros cúbicos de fango, ahora retirado. Aquí se puede uno ilustrar sobre el tema.
   La última vez que hubo que poner paz para que se cumplieran los acuerdos de 1338, en tiempos del Infante don Juan Manuel, fue cuando seis vecinos de Alpera compran todo el término a Chinchilla y dejan de cumplirlos. Juan Pacheco pone orden entre Chinchilla y Almansa, se autoriza excavar la acequia (más bien limpiar la antigua de los almohades) que lleve las aguas a Almansa. Alpera regará de día, Almansa de noche, en pascuas y domingos y aquí paz y después gloria. Luego llegará el pantano, otra historia.

Estanque de la fuete del Piojo, cerca de Alpera


Flores, árboles y cepas cerca de San Gregorio


Valle, la Vega y La Laguna

Encina vestusta de La Mejorada


El Mugrón nevado


San Gregorio, con los restos del castillo árabe. Origen de Alpera.

Dos versiones de un campo de ababoles por la vega de Alpera. Hace unos días.
LECTURAS Y ENLACES RECOMENDADOS
En 13 de octubre de 1.264, Alfonso X, concedía a Almansa y sus moradores `Alpera et Carcelen et Bonete, que los ayan con todos sus terminos et con sus aguas et con sus pastos et con sus montes asi como los avien en tiempos de los almohades`... Pero en 1.316, don Juan Manuel, bien por circunstancias adversas guerreras o por alianzas que fortalecieran su poderio bélico, cedió (o perdió) dichas tierras, que pasaron a la entonces muy poderosa ciudad de Chinchilla, que se apresuro a repoblar la zona y colocar los mojones divisorios.Menos mal que el belicoso caballero tuvo la precaución de reservarse para si el derecho sobre las aguas de Alpera (que posteriormente cedería a los de Almansa), ya que de otro modo, los vecinos de Alpera hubiesen impedido que llegasen a estos campos y la evolución y desarrollo de Almansa hubiese sufrido un serio quebranto.
 En el Legajo 81 del Archivo Municipal de Almansa, que trata de las Executorias de las Aguas de Alpera, folio 29 y vuelto, encontramos lo siguiente:
"Del proceso resulttaua que la Ejecuttorias, y demas dequese balia la contraria las hauia obtenido en tiempo que si huvieran intervenido las circunstancias que de presente havia no huuieran conseguido, el derecho a dichas Aguas pues no era berosimil, quesi Alpera huviera tenido, el Vezindario y Tierras metidas en lavor con que en el dia se halla huviera concedido en ceder el Agua que necesitava para suspropios usos, ni permitido que passaran por todo su Termino sin poderse aprovechar de ellas era indisputtable que al tiempo de conceder a la Villa de Almansa el aprovechamientto eb las Aguas era Alpera un mero heredamiento situado en el paraje que llamavan San Gregorio con un vezindario sumamentte reducido de forma que por falta de personas las tierras se quedavan sin cultivar, y empradizadas, o montuosas, de modo que para las pocas quese cultivavan les sobreva mucha a Agua..."
En 1.338, el núcleo de población continuaba estando en San Gregorio, junto al Castillo, según lo que se dice en el convenio establecido en ese año entre Almansa y Chinchilla para el aprovechamiento de las aguas en el que se establecían duras penas para los contraventores de las ordenanzas que lo regían.
"Otrossi, si ganados que fueren de nos ni de nuestros términos entrare a bever enla dicha acequia en el termino de nos los de Chinchilla sino en los dichos lugares, que caya en esta pena et perfaga el daño que fizieren en la dicha acequia et lo que fincaren que sea para el muro del castillo de Alpera..."
En 1.575, Felipe II concedió la emancipación a los 85 vecinos de que constaba la villa, mediante el pago de 5.000 ducados a la Corona. Es de suponer que en esa época ya se trataba del emplazamiento actual.
  • Del estudio de Aurelio Pretel ya citado, publicado en Al-Basit, saco el documento de 1338 que autoriza excavar la acequia de Alpera a Almansa, acuaerdo entre Chichilla y esta última ciudad, que correrá con los gastos.
  • Vídeo en youtube sobre las pinturas rupestres de la Cueva de la Vieja. Rafael Jara.
  •  Vídeos sobre la red de caminos del Castellar de Meca, sus murallas y restos.