Pude ver el film hace unas semanas gracias a SM en una proyección exclusiva para prensa en Madrid, y decir que me ha maravillado sería quedarse corto. Tal vez porque no sabía qué esperar de él o tal vez porque todavía no había caído en mis manos la novela, lo cierto es que me arrastró desde la primera secuencia. Esa potencia de arrastre hace que obviemos giros que son previsibles y que nos deleitemos con su trasfondo histórico-cinematográfico gracias a la figura del cineasta Georges Méliès.
Ahora que por fin he leído el libro puedo establecer comparaciones y asegurar, por una vez, que la adaptación es tan válida como la historia original y que cada una tiene sus propias particularidades extraordinarias. Poco se ha modificado el argumento, tan sólo difiere en algunos detalles del final, en una mayor presencia de momentos de acción y en la relación de amistad que se establece entre Isabelle y Hugo, que en la novela tarda más en parecer y está repleta de encontronazos y desavenencias completamente obviadas en la cinta. ¿Por qué los guionistas han suavizado esto tanto? Al menos la personalidad de Isabelle es más atractiva en la película, quedando a nuestros ojos como una amante de los libros que ansía vivir sus propias aventuras, lo que da pie a pequeñas referencias literarias que no pasan inadvertidas. Así mismo se incluyen un par de breves historias complementarias totalmente estereotipadas encarnadas en personajes secundarios para evitar que el protagonismo de todas las escenas recaiga en el joven Asa Butterfield, quien da vida a Hugo Cabret.
Las particularidades, por tanto, residen en la forma de narrarnos ciertas partes de la historia. Como comentaba antes, el argumento nos habla de los inicios del cine, y es por ello que la obra tiene una cuidadísima edición con dibujos secuenciales en blanco y negro que imitan bien ese estilo -¡hechos por el propio escritor!-, e incluso marcos negros en los bordes de cada página escrita. Esto sería un punto a favor para que el libro se alzase como ganador al compararlo con su adaptación a la gran pantalla, pero Martin Scorsese es Martin Scorsese, y ha tenido en cuenta algunos detalles que logran situar a los fotogramas al mismo nivel que las páginas escritas. El reconocido director ha tomado fragmentos de las filmaciones de época que se mencionan y las ha añadido a otras escenas rodadas por él mismo que simulan las circunstancias en las que las primeras fueron grabadas. El resultado es increíble y me ha parecido todo un acierto utilizar fragmentos de ese primer cine de efectos “especiales” al que se hace tributo: nada mejor que ver las cintas tintadas de Méliès para transmitir la magia de las primeras fantasías rodadas y de aquellos que hacían que lo inimaginable fuese posible.
No puedo hacer otra cosa que animaros a acudir a los cines a partir del próximo 24 de febrero para oler el humo de esa estación de tren donde vive Hugo y maravillaros con una historia sobre luz, engranajes, fotogramas e ilusión. O al menos echadle un vistazo a la novela: contiene -casi- lo mismo.