Una persona con una enfermedad renal crónica pasa por muchas fases en su vida; en cada situación, (pre-diálisis, hemodiálisis, diálisis peritoneal, trasplante, rechazo....) nuestro cuerpo y nuestros ánimos varían. Partiendo de esta base, deberemos ser conscientes de que tendremos épocas de todo tipo: muy buenas, buenas, regulares, malas y peores.
En cada etapa y en cada situación es importante amoldarse; porque no es lo mismo cuando estás en diálisis, que cuando estás trasplantado y este trasplante funciona bien.
Cuando los riñones comienzan a fallar, los residuos se acumulan en la sangre. Entonces, la persona comienza a sentirse con malestar general (naúseas, fatiga, vómitos, pérdida de apetito, picores, alteraciones del sueño). Mientras que sean unos síntomas leves, es aconsejable hacer todo lo que diga el médico, no quedarse demasiado tiempo sentado, realizar algo de ejercicio suave para mantener el mejor estado físico posible, llevar la alimentación adecuada a la fase en que te encuentres...., todo esto ayudará a retrasar o evitar el deterioro físico que conlleva la enfermedad renal crónica.
Si tienes anemia es conveniente ralentizar las tareas y el ejercicio, pero no dejar de hacerlas. Realiza pausas cuando te notes cansado/a mientras realizas tu trabajo o las tareas de la casa. El ejercicio será más suave: caminar, pasear, bailar suavemente......sin cansarse demasiado.
De todos modos, en una misma fase puedes pasar por épocas mejores o no tan buenas, ya sea en diálisis, tener temporadas que estés bien y que te sientas con fuerzas, o puede ser que estando trasplantado tengas temporadas en que por motivos de salud no estés en tus mejores momentos (anemia, infecciones, dolores musculares etc....)
A veces nos angustiamos cuando sentimos que no podemos hacer todo lo que queremos, sobre todo en las fases de prediálisis y diálisis, debido a la anemia, a los síntomas de la enfermedad renal y al agotamiento provocado por la diálisis. Pero no debemos rendirnos y abandonarnos.
Habrá que disminuir el ritmo, y si no se puede correr, se camina o se pasea; si no puedes trabajar, inicia un curso de idiomas, por ejemplo.
La cuestión es mantenerse ocupado y sentirse útil: los trabajos sin esfuerzos, tareas, aficiones, paseos, lectura, estudios, pueden ser de gran ayuda para aumentar nuestra autoestima y sentirnos mejor.
Estar activo es bueno para el cuerpo y para la mente. Pero como he dicho antes debemos adaptarnos a cada etapa de la enfermedad, ponernos nuestros límites y hacer todo lo que seamos capaces.
No debemos olvidar nunca que no debemos perder LA ILUSIÓN POR VIVIR.
Ana Hidalgo