A través del mito de las sirenas, y de otras referencias literarias, pictóricas o culturales, Adelaida García Morales recrea el universo de la búsqueda de la propia identidad fuera de los que podríamos denominar como cauces normales, pues sitúa a Elsa, su protagonista, en un pueblo aislado, perdido, desde el que poder ir en busca de aquello que le hizo escapar fuera de la civilización. Tampoco es casual el universo de misterios y oscurantismo a los que Elsa se someterá, hasta que por fin, ni unos ni otros serán suficientes para encontrar respuestas a sus preguntas, sólo entendibles en la nebulosa de la reinterpretación de sus sueños. No obstante, la autora busca una cierta distancia de ese abismo, y lo hace a través de María, la narradora de la historia, que se comporta como ese reflejo que nos devuelve el espejo y que ella nos cuenta y nos reinterpreta sin apenas matices, porque la desnudez del estilo narrativo de Adelaidaes otra de las características de esta novela que nos sitúa en el abismo del silencio que busca el amor. Sencillez narrativa que se extiende a la elección de las palabras y a la ejecución de una trama que sólo busca poner sobre nuestros ojos la superficie de una vida cuyo verdadero significado y valor alcanzan sentido más allá de lo que se nos cuenta. En esa aparente calma y aislamiento Adelaida García Morales, cimenta una leyenda que el tiempo se ocupó de deslizar a su propia vida, cargada de ausencias, silencios y enigmas que ella nunca se molestó en descifrar o ahuyentar, quizá, porque su universo fue otro, como otro es el universo de la protagonista de esta novela escrita a lo largo de cinco años en un pueblecito de La Alpujarra. Un espacio y un lugar donde la autora se refugió a escuchar el silencio de las sirenas, y desde el que seguir alguno de los dictados del relato del mismo nombre de Franz Kafka del que se extrajo el título de esta novela: «… de haber tenido conciencia, las sirenas habrían sido destruidas aquel día…», para a través de ellos, esquivar el abismo del silencio que busca el amor.
Ángel Silvelo Gabriel.