¿No os ha pasado alguna vez y con la excusa de que “me lo pide el cuerpo”, habéis sustituido la tostada o la fruta de media mañana por un croissant, magdalena o similar, acompañado además con un café con leche y un trocito de chocolate? Si sumáis estos pequeños gestos “dulces” diarios, estáis aumentando la ingesta diaria de dulces.
El término “dulce” es muy amplio, no es lo mismo comer una gominota, caramelo o una nube de azúcar, que por ejemplo unas galletas, magdalenas, natillas caseras o una pieza de fruta. A veces y en determinadas ocasiones, comemos demasiado “azúcar” escondido en otros alimentos sin darnos cuenta. El problema de la adicción a los dulces puede llegar a existir en algunas personas, aunque no sean conscientes de ello.
Cuando la necesidad de lo dulce supera al placer, puede ser debido a un factor psicológico conocido como “adición a los dulces” o “sweet Tooth”.
Para ayudar a determinar la supuesta adicción, observad vuestro comportamiento. Si tenéis muchos cambios de humor, pasando de la tristeza a la alegría en pocos minutos, u os sentís más cansados de lo habitual, o bien si tenéis una sensación de ansiedad y necesidad imperiosa por comer algo dulce o “daros un atracón” de dulce, es probable que el consumo de dulces sea algo más que un simple “capricho”.
Para evitar caer en la adicción a los dulces, es aconsejable:
Eliminar progresivamente los dulces de la dieta. No es conveniente dejarlos de golpe, sino ir disminuyendo su consumo hasta llegar a una cantidad razonable.
Sustituir los dulces por cereales integrales (sin azúcar) o fruta. Esta es una sana opción para calmar la ansiedad y el apetito, a la vez que se ingieren nutrientes saludables para el organismo.
Practicar algún deporte. Correr, bailar, andar o ir al gimnasio. En definitiva, cualquier actividad física ayuda a disminuir la ansiedad y liberar tensiones.
Si tenéis cualquier duda, es aconsejable que consultéis a un profesional de la salud o médico para que os asesore aconseje sobre el tema.
Besos desde mi blog!!!