Adicciones con mucha paciencia

Por Loracueto

Por: Juan Javier Pulido Mazza


Grupo de amigos y compadres, unos vendiendo marrano y otros esperando que abran las puertas del billar
y pongan a tronar los parlantes del pick up.
Fotografía: Juan Pulido

Cuando las personas tenemos la capacidad de saber esperar algo, y aún más si es algo que se desea mucho, pareciera que los tiempos y la vida no pasaran.Cuando creamos dependencias y apegos a ciertos hábitos; y cuando estamos convencidos de que éstas son inofensivas y nos hacen felices, nos sentimos dueños del mundo, como si pensáramos que la vida solo nos pertenece a nosotros, y omitimos el daño que  hacemos a nuestro ser, y el detrimento que causamos a quienes más queremos.Ni el calor, ni la sed, ni siquiera la idea de tener que despertarse muy temprano, quebranta el deseo de continuar con aquellos apegos, a quienes han encontrado la tranquilidad en las turbias aguas de los excesos, que pueden alegrarnos circunstancialmente la existencia.Algunos madrugan a trabajar, otros a limpiar la casa, otros a ser felices y otros a “hacerse felices".Por esta razón, quiero hacerles la invitación a identificar todos aquellos malos hábitos (por muy pequeños que parezcan) que pueden convertirse en deseos arraigados a nuestro ser, a tal punto de volvernos adictos. Basta con mirarnos al espejo y preguntarnos si ese mal hábito construye una mejor versión de nosotros mismos, o si por el contrario, nos ayuda a sentir una felicidad a punta de placer forzado.

Cambiemos nuestra perspectiva de la vida, escuchemos las palabras de quienes realmente nos quieren, cojamos consejo y sobre todo aprendamos que el mundo no es de uno solamente. Si bien tú puedes hacer con tu existencia lo que quieras, siempre ten en cuenta que lo que quieres no siempre será lo que te convenga.