Muchas veces, los problemas, miedos y frustraciones son los mayores obstáculos en el camino hacia la paz interior. Se cree que para encontrar la calma, primero se debe eliminar cada una de las preocupaciones. En el budismo tradicional, se nos enseña que el sufrimiento (Dukkha) es una realidad que debemos trascender. Sin embargo, tus aflicciones no son un enemigo a derrotar, sino el camino mismo hacia la iluminación. Huineng nos enseña que aflicción es iluminación.
Esta idea revolucionaria es parte de la esencia del budismo Zen y una de las enseñanzas más importantes de nuestro Sexto Patriarca, Huineng, que aparece en el Capítulo IX del Sutra de la Plataforma, titulado «El Patrocinio Real». Aquí, Huineng nos muestra que la verdadera práctica budista no consiste en huir de la vida, sino en abrazarla por completo, con todas sus complejidades, para descubrir la sabiduría y paz inherentes en nuestro interior.
El capítulo se llama así porque el emperador de ese tiempo queda impresionado por la sabiduría y práctica de Huineng y comienza a ser su patrocinador.
El rechazo a la fama. La Sabiduría de Huineng Resplandece
Este capítulo comienza con una escena digna de una película wuxia. La fama del Sexto Patriarca ha llegado hasta el corazón del imperio, la corte imperial china. La Emperatriz Dowager Chek Tin y el Emperador Chung Chung, intrigados por su sabiduría, le envían un edicto real para invitarlo al palacio. El enviado es un eunuco llamado Sit Kan, un hombre de la corte que personifica el poder y el mundo exterior.
Pero Huineng, con una serenidad inquebrantable, rechaza la invitación. Su respuesta es simple: «Mi Maestro de Dhyana (Hongren, el Quinto Patriarca) es de una familia humilde y está enfermo, y si fuera al palacio temo que su enfermedad empeoraría, así que no puedo obedecer el edicto.» Esta negativa no es un acto de rebeldía, sino una lección sobre la naturaleza de la verdadera iluminación. Huineng nos enseña que la iluminación no necesita la validación del mundo exterior, el poder o la riqueza. Su lugar está en el corazón, en la quietud de la mente, no en los salones de la corte.
La mente es el templo de Zazen
Al ver la firmeza de Huineng, Sit Kan le pregunta sobre la meditación sentada, una práctica muy común en el budismo. El eunuco, como muchos de nosotros, busca una fórmula, una técnica, una postura física que garantice el despertar. Pero Huineng disipa esta ilusión con una claridad asombrosa. Él explica que la verdadera meditación no está ligada a una posición física, sino a un estado mental.
Aquí es donde el Sutra de la Plataforma rompe con muchas ideas preconcebidas. Huineng nos enseña que el «Dhyana de Pureza» no se encuentra en el cuerpo que se sienta inmóvil, sino en la naturaleza de la mente, que es «calma y vacío». Como él mismo explica: «El Dharma de la no-forma nos libera de las apariencias. La Pureza es la esencia de nuestra propia naturaleza. El Tathagata ni va, ni viene, ni se sienta, ni se reclina, pues en el inmutable Dharmakaya no hay ir, venir, sentarse o reclinarse.»
Esta enseñanza es liberadora para la práctica cotidiana. Nos explica que la meditación no es algo que hacemos solo en el cojín, sino un estado de consciencia que podemos cultivar en cada momento, mientras caminamos, trabajamos o interactuamos con el mundo. Hay que dejar de buscar la paz en el exterior y encontrarla en el interior.
A veces me gusta decir que la salida es siempre por adentro.
Klesa es Bodhi: Aflicción es Iluminación
Sit Kan, fascinado, le pregunta a Huineng cómo la sabiduría (la luz) puede destruir la ignorancia (la oscuridad) para escapar del ciclo de nacimiento y muerte (samsara). La respuesta del Patriarca es una de las declaraciones más poderosas y desafiantes del budismo Chan: «Klésa es Bodhi» (Aflicción es Iluminación).
Es común malinterpretar esta frase. No significa que debamos aferrarnos al sufrimiento. Significa que la naturaleza de la aflicción es, en esencia, la misma que la de la iluminación. La ignorancia no tiene una existencia separada de la sabiduría. Es como el hielo y el agua: son dos formas de la misma sustancia. El hielo, la ignorancia, se disuelve en el agua, la sabiduría. No hay una «cosa» llamada «ignorancia» o “aflicción” que deba ser aniquilada, sino simplemente una forma de ver la realidad.
Huineng dice: «Si la ignorancia es aniquilada y no hay nada para aniquilar, es la vacuidad. Si la sabiduría es aniquilada y no hay nada para aniquilar, es el silencio. La vacuidad no es la sabiduría, el silencio no es la sabiduría.» Él nos recuerda que la verdadera naturaleza de la mente está más allá de estos conceptos, ya sea que existan o no. La aflicción es iluminación cuando la vemos tal como es, sin juzgarla ni aferrarnos a ella. En ese momento, la mente se libera.
La práctica en la vida cotidiana, donde la aflicción es Iluminación
Este principio es una perspectiva radical para nuestra vida diaria. En lugar de huir de las situaciones difíciles, las vemos como oportunidades para practicar. ¿Sientes ansiedad? En lugar de reprimirla, obsérvala sin juicio. ¿Sientes enojo? No intentes deshacerte de él, sino mira la naturaleza del enojo mismo. Al hacer esto, descubres que la aflicción es iluminación.
Huineng nos da un consejo práctico y directo: «No pienses en el bien o en el mal. En ese momento la mente se vuelve pura y luminosa.» Cuando dejas de etiquetar tus experiencias como «buenas» o «malas», la mente encuentra un espacio de calma. La verdadera aflicción es iluminación cuando dejas de luchar contra ella y simplemente la observas, porque en esa observación descubres la pureza de tu propia mente.
Cada día que te sientas en Zazen, vives por los Preceptos y produces luz con tus actos, estás participando de la iluminación de todas las cosas del universo. Es decir, práctica e iluminación son una sola cosa, como nos enseña también Dogen Zenji.
El Capítulo IX nos deja una lección final. Al regresar a la corte, Sit Kan transmite las enseñanzas de Huineng, y el Emperador Chung Chung, conmovido, lo honra con regalos y el patrocinio del estado. Huineng, sin buscarlo, recibe el reconocimiento del mundo. Esto nos enseña que cuando la sabiduría es genuina y se vive con integridad, su influencia se extiende naturalmente, sin necesidad de esfuerzo o búsqueda.
¡Transforma tu práctica!
El mensaje del Sexto Patriarca en el Capítulo IX es una invitación a dejar de buscar la iluminación en un futuro espiritual idealizado, en algún gurú de YouTube y a encontrarla aquí y ahora. Son los actos de nobleza, el dejar de etiquetar las cosas y el ser buena persona lo que te acerca cada día más a ser parte de la iluminación. No necesitamos posturas especiales, ni rituales complicados. Necesitamos una mente que no se aferre a los pensamientos, ni siquiera a la idea de la iluminación.
Ya sea que practiques budismo o no, la enseñanza de Huineng aplica para todos los seres humanos. ¿Por qué no probar lo siguiente?
- Observa sin juzgar: Durante el día, cuando surja una emoción difícil (miedo, enojo, tristeza), no intentes cambiarla. Simplemente obsérvala, como si estuvieras viendo una nube pasar por el cielo de tu mente.
- Vuelve a la respiración: Usa tu respiración como un ancla para regresar al momento presente cada vez que tu mente divague en preocupaciones.
- Permite que sea: En lugar de luchar contra las aflicciones, permite que existan. Al hacerlo, descubrirás la inmensa calma que yace bajo la superficie del caos.
- Mira lo positivo que te rodea. Cuando la aflicción nos controla, es muy fácil dejar de ver las cosas positivas que tenemos. Nos quejamos de la vida desde el privilegio que no vemos: teniendo panza llena, techo sobre nuestras cabezas, conexión a internet y un móvil para poder relatar nuestras desventuras en redes sociales. Si abrazas lo positivo, la aflicción durará menos.
Recuerda que la aflicción es iluminación cuando dejas de luchar contra ella. La paz interior es tu naturaleza original de todos los seres, solo necesitas dejar de buscarla en el lugar equivocado.
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