LAWS OF NATURE (29 DE SEPTIEMBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-
La tercera temporada de Agentes de S.H.I.E.L.D vuelve a sus orígenes, repitiendo el esquema de su primer episodio: un individuo descubre que tiene superpoderes y se convierte en un peligro para los que le rodean. Si en aquel primer capítulo el sujeto en cuestión era Mike Peterson (J. August Richards) -luego transformado en el cyborg Deathlok- ahora es el turno de un nuevo inhumano, Joey (Juan Pablo Raba), que sirve de excusa argumental para introducir a nuevos espectadores en el argumento de la serie. Lo que ha cambiado en estas tres temporadas es que los guionistas tienen ahora las cosas más claras que en aquel dubitativo inicio.
Esta temporada comienza repitiendo algunos esquemas de probada eficacia. De nuevo aparecen individuos superpoderosos que deben ser controlados. Los agentes se enfrentan otra vez a una agencia rival, capitaneada por la interesante Rosalind (Constance Zimmer), que esta vez tiene el apoyo del Gobierno de los Estados Unidos. Hay un tercer y misterioso grupo en juego, interesado también en los inhumanos, pero para eliminarlos. Bobby (Adrianne Palicki) y Hunter (Nick Blood) siguen manteniendo una relación amor/odio. Y hay un nuevo misterio, el del monolito que se tragó a Simmons (Elizabeth Henstridge) al final de la temporada anterior. Parece material suficiente para captar de nuevo nuestro interés.
En estos primeros compases, la serie se ha decantado definitivamente por el género de espionaje, eso sí, en un mundo en el que existen individuos superpoderosos. Pero el grueso de este capítulo tiene la textura de una película de espías: Coulson (Clark Gregg) y Hunter lideran una operación para capturar a la mencionada Rosalind en el metro de Washington; Fitz (Iain De Caestecker) se enfrenta a unos radicales islámicos en Marruecos. Pero estos elementos (casi) realistas de intriga internacional se enriquecen con la irrupción de lo fantástico, como la terrorífica aparición del extraño monstruo -¿inhumano?- que se enfrenta a Daisy (Chloe Bennet) y a Mack (Henry Simmons) en el hospital en el que trabaja Lincoln (Luke Mitchell). El epílogo, con Simmons perdida en una extraña dimensión -¿O la zona Azul de la Luna asociada en los cómics a los Inhumanos?- aporta un toque de fantasía verdaderamente estimulante.