Andrews y Scale (2002) encontraron en población australiana una prevalencia anual del trastorno de pánico con y sin agorafobia del 0,6% y del 1,3%, respectivamente, y una prevalencia anual de agorafobia del 2,2%; en la National Comorbidity Survey Replication (Kessler, Berglund et al., 2005), con muestra estadounidense, se informó de una prevalencia anual de trastorno de pánico con o sin agorafobia del 2,7% y de agorafobia sin trastorno de pánico del 0,8%; en un estudio realizado en seis países europeos, entre ellos España, se encontraron cifras más bajas, en concreto, una prevalencia anual del trastorno de pánico de 0,8% y de agorafobia de 0,4% (ESEMeD/MHEDEA 2000 Investigators, 2004). Los datos de prevalencia durante la vida fueron más altos en todos los casos: en el estudio de Kessler, Berglund et al. (2005) la prevalencia del trastorno de pánico con agorafobia fue de 4,7% y la del trastorno de agorafobia sin historia de pánico de 1,4%; en el estudio europeo (ESE-MeD/MHEDEA 2000 Investigators, 2004), por su parte, la prevalencia durante la vida del trastorno de pánico fue de 2,1% y la del trastorno de agorafobia fue de 0,9%.
Por otra parte, los problemas de pánico y/o agorafobia son mucho más frecuentes en las mujeres que en los hombres. Concretamente, en población clínica en torno a las dos terceras partes de las personas con agorafobia son mujeres (Bados, 2009). En población de atención médica primaria también se encuentran diferencias importantes, como se puede ver, por ejemplo, en el estudio de Serrano-Blanco y colaboradores (2010): la prevalencia de pánico en el último año en hombres fue de 3,89% y en mujeres de 8,79%; la prevalencia de agorafobia en el último año en hombres fue de 1,81% y en mujeres de 4,46%. Además, la prevalencia de agorafobia es mucho menor en adolescentes que en adultos y en niños es muy poco frecuente (Bados, 2009).