Agrobiotecnología, medios y legislación. El espejo norteamericano

Por F.guiral - S.pérez

Elena F. Guiral

A los más grandes hallazgos, se puede llegar por infinitos caminos… o por los más anecdóticos caminos. Un gracioso y anti mitos transgénicos concurso de Halloween en el que participé, y gané, con mi versión Bt de Darth Vader me permitió llegar a la interesantísima página divulgativa Biofortified.org, en la que participan como coordinadores investigadores  de la talla de Pamela Ronald, co-autora del libro de referencia Tomorrow´s table: organic farming, genetics and the future of food.

Gracias a la amabilidad de su editor, Karl Haro Van Hogel, encontré un aún más interesante estudio publicado por Matthew C. Nisbet and Mike Huge  en 2006: Attention Cycles and Frames in the Plant Biotechnology . Este estudio analiza por qué la biotecnología agrícola y la polémica que la ha rodeado no saltó a la primera línea de la agenda de periodística en EE.UU., al contrario de lo que ha sucedido en Europa y lo que es más importante, por qué las ONGs anti Biotec norteamericanas no consiguieron sus objetivo de cambiar la legislación al respecto, que no ha sido modificada desde que en 1986 se aprobara el Coordinated Framework for Regulation of Biotechnology.

Nada que ver con el baile de directivas, debates, análisis y nuevas legislaciones que ha caracterizado el panorama comunitario a lo largo de la última década, y que parece va a seguir de momento en un sin parar, según recientes declaraciones de Ida Aunken, Ministra de Medio Ambiente.

La hipótesis de los autores es clara. Cuando un tema aparece en la agenda de los periodistas políticos, su cobertura en prensa aumenta de forma exponencial. También cuando aparece bajo el marco ético y legal, el interés en el tema aumenta. Deja de convertirse en un asunto técnico y ya se le añade un componente de intriga y emoción, que lo vuelve mucho más interesante para el público general.

Y añadimos. Cuando periódicos de élite como The Washington Post y The New York Times deciden darle amplia cobertura,  los periódicos locales le siguen irremediablemente. Son su referencia de autoridad en el media agenda setting. Y es que la autoridad y la confianza vienen… de arriba y caen en cascada. Sin olvidar que The New York Times tiene la sección de ciencia más deseada y admirada del planeta.

¿Qué sucedía en el panorama agrobiotecnológico a finales de los 90 en EE.UU.? Que la información se circunscribió únicamente a las secciones de ciencia y tecnología, por lo que no llegó a afectar a la toma de decisiones políticas. Precisamente los esfuerzos de los grupos anti transgénicos durante aquellos años se centraron en mover el debate del plano puramente técnico al ético-emocional, añadiendo unas gotitas de drama, con la firme ilusión de influir en los legisladores.

Algo que no consiguieron, ni en el caso de la Mariposa Monarca ni en el affaire de StarLink (2002). El caso Starlink saltó a la palestra cuando se descubrió que se habían comercializado tacos  de maíz que contenían un evento modificado genéticamente que había sido autorizado para uso como pienso y no en alimentación humana. Aquel escándalo supuso un auténtico golpe para Aventis, la empresa que lo comercializó, que puso de patitas en la calle a sus principales directivos. Habría que ver si esto, llegado el caso, sucedería en España, y si el comportamiento outdoor e indoor de nuestros directivos del sector está tan fiscalizado…

Sin embargo la legislación siguió sin tocarse un ápice. Y a pesar del escándalo, la agrobiotecnología nunca ha alcanzado el estatus de celebrity mediática en la prensa norteamericana manteniéndose en un modesto segundo plano, incluso en las épocas de mayores picos de actualidad.

Hay otro elemento importante en este tema, y es que la agrobiotecnología nunca ha aparecido en la sección de cartas al director, al contrario que ha sucedido con otros temas como las células madre. Esta sección, aparentemente anecdótica, representan ni más ni menos que el mejor termómetro de los temas que más interesan a la audiencia y son seguidos con mucha atención por la redacción del periódico. Y aún más por el establishment político, por supuesto.

En resumen, que el modesto estatus que la biotecnología agroalimentaria alcanzó en la agenda mediática estadounidense se debe a que nunca generó interés en los redactores de información general y/o política. A su vez esta falta de interés también contribuyó a mantener la tranquilidad legislativa en este tema acotada en términos científicos y técnicos desde un primer momento, en mi opinión, como siempre debió de ser en Europa.

En las conclusiones de su estudio, William Nisbet se pregunta si este modelo de trabajo se podría exportar y comparar con Europa y deja la puerta a futuras investigaciones sobre el tema… En esto anda metida hasta las pestañas la que suscribe. El resultado, en próximos capítulos.