Ajo: indicaciones y efectos secundarios

Por Míriam Lihi

El ajo es una de las plantas medicinales que se consideran indispensables por sus múltiples beneficios para la salud, aunque también debemos tener en cuenta los efectos adversos.

El ajo se presenta como una planta herbácea de 30 a 80 cm de alto, y en estado salvaje se trata de una planta  perenne, y si se cultiva crece sólo por vía vegetativa debido a su esterilidad.
El bulbo del ajo es uno de los remedios más antiguos y populares en la medicina tradicional.

Olor del ajo

Los compuestos azufrados que contiene el ajo son los responsables del característico olor, en particular la alicina. Ésta se libera cuando la enzima alinasa actúa sobre la aliina, un compuesto incoloro y sin sabor que es el componente principal de la droga fresca.


El ajo emite su olor característico cada vez que se “daña”, por ejemplo durante la masticación, un corte, o si lo machacamos; esta es la razón por la cual los dientes de ajo enteros no desprenden ese olor. De hecho, en célula intacta de la aliina y los otros sulfóxidos están confinados en el citoplasma, mientras que su enzima hidrolítica, alinasa,  está presente en la vacuola. Es decir, que están en zonas distintas pero con la destrucción de la estructura celular del ajo se libera la enzima y esto provoca la hidrólisis de los sulfóxidos y su transformación en disulfuros y trisolfuros.

La alicina es un antibiótico notable, con un gran poder de inhibición de muchos tipos de bacterias (incluidas las responsables de la fiebre tifoidea), lo cual ya se observó en 1858 por Louis Pasteur.
Además, el ajo contiene otras sustancias antibacterianas tales como garlicina,  rica en minerales y oligoelementos como magnesio, calcio, fósforo, yodo y hierro. Incluye trazas de zinc, manganeso, selenio, vitamina C (sólo en el ajo fresco), provitamina A, vitamina B1-B2-PP…También contiene sustancias y enzimas similares a las hormonas (lisozima y peroxidasa).

El ajo y sus características curativas

Entre las muchas propiedades atribuidas al ajo encontramos la de dar a la piel un aspecto sano y ayudar al crecimiento del cabello. Este efecto se debe a la presencia del ácido fitinico , que por un lado une las sustancias minerales y por otro se transforma en inositol, una sustancia similar a las vitaminas capaces de estimular el crecimiento celular.
El ajo también contiene alcaloides que realizan una acción similar a la de la insulina, por eso es capaz de reducir los niveles de glucosa en sangre. Esta es la razón por la que el ajo se considera un alimento válido en terapias contra la diabetes y otras enfermedades relacionadas con el metabolismo de azúcares.

El ajo estimula el sistema inmunológico y actúa como un potente bactericida sobre todo el organismo. De hecho es un gran vermífugo.

También destaca como regulador de la presión arterial (actúa provocando la vasodilatación de las arteriolas y capilares), reduce el riesgo de esclerosis arterial, previene la agregación plaquetaria (por consiguiente, la formación de trombos) y regula la tasa de colesterol y triglicéridos en la sangre.

Una de las propiedades más importantes e interesantes es la su capacidad de actuar como antibiótico natural. Se le atribuye una acción bacteriostática y bactericida frente Gram + y Gram -. De hecho es un alimento ideal como antibiótico para usarlo en casos en que la flora intestinal ha sido alterada por tratamientos anteriores. A diferencia de los antibióticos de síntesis, el ajo actúa sólo sobre las bacterias patógenas y no sólo no ataca la flora bacteriana saprofita (sana y necesaria), sino que incluso ayuda a restaurarla.

Esta planta es un remedio excelente para la flatulencia y calambres abdominales, y también es útil en caso de diarrea aguda y crónica o heces mucosas y sanguinolentas (disenteria).

Estudios clínicos han confirmado la acción del ajo contra Helycobacter pylori, la bacteria responsable de la úlcera gástrica y, en parte, del desarrollo de tumores en el estómago.

Otra propiedad que tiene es que nos protege de metales pesados peligrosos, sustancias muy nocivas que entran en el cuerpo a través del humo, los empastes dentales de diseño antiguo (por ejemplo, plomo.), frutas y verduras contaminadas… Los órganos más afectados por metales pesados son el sistema nervioso, pulmones, riñones, hígado y tiene efectos que van desde síntomas inmediatos hasta manifestaciones de la enfermedad después de muchos años de distancia. ¿Cómo funciona el ajo en este sentido? Actúa como un quelante. Es decir,  los compuestos de azufre presentes entre las moléculas de ajo se unen de forma estable a las moléculas de mercurio, plomo y cadmio presentes en el organismo, y de esta forma se eliminan con facilidad.

En este vídeo podrás ver más información sobre el ajo y porqué deberíamos comerlo:

Como hemos visto, el ajo tiene muchas propiedades curativas, pero hay que señalar algo y es que si desea utilizar como un antibiótico debemos tener en cuenta el hecho de que pierde muchas de sus propiedades durante la cocción, por lo que debe evitar someterlo a calor extremo y/o cocción prolongada.

Aparte de casos de alergias o intolerancias individuales, no da efectos secundarios importantes. Sin embargo, el uso prolongado puede hacer que se den problemas de odorización tanto en la respiración como la piel.

Además, en altas dosis sí presenta contraindicaciones. De hecho puede conducir a sufrir gastritis, náuseas, vómitos y diarrea (porque aumenta la producción de ácido clorhídrico), por lo que está contraindicado en pacientes con úlcera péptica y gastritis.

Tampoco es conveniente usarlo durante el embarazo y la lactancia.

Es conveniente saber que los extractos de ajo tienen muchas interacciones con otros medicamentos, por lo que aquellos que deseen tomar este producto como terapia deben tener mucha precaución y preguntar siempre al médico o farmacéutico de confianza. Entre las principales interacciones que puede dar con ciertos medicamentos se incluyen:

  • Warfarina y agentes antiplaquetarios: aumenta el riesgo de hemorragias;
  • Saquinavir (utilizado como antiviral en el VIH, es un inhibidor de la proteasa). Se reduce su biodisponibilidad;
  • Ritonavir (fármaco antiviralinhibidor de la proteasa). Aumenta la concentración;
  • Vitamina E. Se potencian  los efectos antitrombóticos;
  • Pentoxifilina y ticlopidina (fármacos antitrombóticos y antiplaquetarios). Aumento del riesgo de hemorragia;
  • Los AINE pueden aumentar el grado de lesión gastrointestinal;
  • Paracetamol: reducción de las concentraciones plasmáticas de los metabolitos oxidativos y mayor hepatotoxicidad;
  • Chlorzoxazona (es un relajante muscular). Se reduce al 40% la biodisponibilidad del fármaco, es decir, tendrá menos efecto;
  • Inhibidores ECA. Son antihipertensivos y el ajo reduce el efecto hipotensor del fármaco.

Recetas e indicaciones terapéuticas con ajo

Para manifestar el efecto terapéutico deseado, hay que tener en cuenta que las dosis son fundamentales, y que en el caso de tener que tomar dosis sostenidas es preferible que la ingesta se de en el transcurso de 24 horas para no irritar el estómago.

Para fines terapéuticos se recomienda la ingesta de alrededor de 4 gramos por día de bulbos frescos. Es decir, que se aseguren aproximadamente unos 40mg de aliina, a partir del cual se liberarán 20 mg de alicina.

Si se quiere tomar el ajo con fines preventivos y como tónico general es necesario tomar de 2 a 3 dientes de ajo al día durante un periodo de al menos 3 semanas.

Para tratar problemas diarreicos se deberían tomar de 5 a 10 dientes durante en 24 horas.

Para el tratamiento de pequeñas heridas, picaduras de insectos o infección por hongos se puede recurrir al jugo de ajo diluido en agua o en una solución desinfectante. Se prepara triturando de 5 a 10 dientes de ajo y diluyendo el jugo que se obtiene con un poco de alcohol en una proporción de 1:10 (el alcohol debe ser del 30%).

El producto obtenido se puede almacenar en la oscuridad durante un par de meses.

También puedes preparar una tintura de ajo para usarlo como tónico. Necesitarás exprimir 400g de dientes de ajo pelados y colocarlo en un recipiente hermético con 250ml de brandy o vodka. Deja que repose en un lugar fresco y oscuro durante 2 semanas, luego se aplica mediante una gasa y se deja reposar durante otra semana más.